Por: Guillermo Alvarado
El número de personas sumidas en situación de pobreza aumentó en el conjunto de nuestra región en siete millones durante 2015, de acuerdo con estadísticas difundidas por la Comisión Económica de la ONU para América Latina y El Caribe, la CEPAL, que llamó a luchar por preservar las conquistas sociales de los últimos años.
Los datos fueron publicados en la sede de la entidad en Santiago de Chile y revelan también un incremento en el número de seres humanos en condiciones de miseria, que pasó de 70 a 75 millones.
Para poner fin a ese flagelo, precisó la CEPAL, es imprescindible generar empleos de calidad, con condiciones laborales dignas y una remuneración justa, así como proteger el salario mínimo y el gasto social de los Estados.
Se trata sin duda alguna de una tarea compleja, porque los poderes económicos conservadores luchan precisamente contra las garantías a los trabajadores en su afán de obtener la máxima ganancia posible, con un mínimo de inversión.
Un ejemplo de esto lo vivió recientemente Ecuador cuando el presidente Rafael Correa impulsó una ley de protección al empleo que generó una desmesurada respuesta de la oposición.
La normativa tiene como propósito proteger los puestos de trabajo en las empresas que están en situación grave debido a los problemas económicos, así como propiciar la inserción de la mano de obra juvenil y la creación de un seguro contra el desempleo.
Peor es aún la situación en Argentina, donde en los primeros meses del gobierno neoliberal de Mauricio Macri perdieron sus fuentes de ingresos más de 100 mil personas, tanto en el sector público como el privado, y las medidas aplicadas amenazan con una crisis de graves proporciones.
La CEPAL recordó que si bien la pobreza e indigencia disminuyeron en el área desde la década del 90 del siglo pasado, en los últimos cinco años estos indicadores se estancaron e incluso se revirtieron, por lo que se necesitan nuevas políticas en áreas como la educación, la salud y la seguridad social, que no deberían depender de las veleidades del ciclo económico.
El texto también señala la persistencias de fuertes desigualdades, como lo demuestra el hecho de que el 10 por ciento más acomodado de la población recibió ingresos 14 veces superiores que el 40 por ciento de los menos favorecidos.
Las disparidades, señaló la Cepal, se hacen más patentes al cruzar otras variables, como sexo, raza, etnia y años de escolaridad. Así, los ingresos de los hombres no indígenas ni afrodescendientes pueden ser cuatro veces superiores a los de las mujeres indígenas y dos veces los de las afrodescendientes.
Se trata, en suma, de una situación delicada y paradójica habida cuenta de los ataques de la derecha regional y extraregional, que se concentran precisamente en aquellos países que más hicieron para eliminar la pobreza, como Venezuela, Brasil, Ecuador o Bolivia, todos ellos bajo fuego de quienes buscan la llamada “restauración conservadora”, es decir, más desempleo y, por lo tanto, mayor pobreza.