Por: Guillermo Alvarado
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, reveló recientemente que unos 87 millones de niños menores de siete años sufrirán consecuencias irreversibles en su desarrollo intelectual, social y físico debido a los enfrentamientos armados en medio de los cuales tienen que vivir.
La primera etapa de la vida es crucial para el desarrollo e interconexión de millones de neuronas en el cerebro, indica un estudio realizado por la entidad.
Sin embargo, el estrés causado en los infantes cuando están involucrados en un escenario de conflicto impide que este proceso se desarrolle a cabalidad, lo que indefectiblemente provocará retrasos insuperables en el área cognoscitiva, de acuerdo con la especialista Pia Britto.
La brutalidad de la violencia extrema no sólo roba a los menores su bienestar material, su familia, amigos, seguridad y rutina de juegos, sino que también provocará un adulto con serios retrasos, lo que a la larga tiene un impacto en la vida económica y laboral, no sólo de estas personas sino de toda la sociedad.
Los ejemplos de estas calamidades abundan hoy día, cuando la humanidad vive ya el tercer milenio de su historia moderna, pero continua atrapada en problemas similares a los de la edad media cuando los conflictos entre los pueblos se resolvían con el uso de la fuerza como principal argumento.
La única diferencia es, quizás, que en la actualidad los artefactos creados para matar son mucho más eficientes y masivos respecto a los de aquella época.
En Siria tres millones y medio de niños sólo conocen la guerra como el entorno de sus vidas y tienen que enfrentarse a ella casi en igualdad de condiciones que los adultos. Cientos de escuelas han desaparecido tras los bombardeos, o se convirtieron en hospitales de campaña o centros de acogida a refugiados y desplazados.
En Yemen, donde el más reciente conflicto cumplió un año este fin de semana, el 90 por ciento de los infantes necesitan ayuda humanitaria de manera desesperada, pero ésta no llega, o es a todas luces insuficiente.
Según Jamie McGoldrick, coordinador humanitario de la ONU para ese país, de los mil 800 millones de dólares solicitados para atender en 2016 a las víctimas del enfrentamiento, sólo se ha recaudado el 12 por ciento.
El futuro de Yemen, los niños, están abandonados a su suerte, denunció por su parte Edward Santiago, director allí de la organización no gubernamental Save the Children, quien agregó que el terror de los bombardeos y la destrucción de todo lo que los rodea forma parte de la vida cotidiana de estos menores.
A pesar de esta cruda realidad, los vendedores de armas, entre los cuales descuellan Estados Unidos y varios miembros de la Unión Europea, están empeñados en echar más leña al fuego y azuzar los conflictos, para regocijo de oligarcas, consorcios energéticos y corporaciones financieras internacionales.
Se trata en suma de la violación generalizada de los más elementales derechos humanos de uno de los sectores más débiles y vulnerables de la sociedad, los niños, que ocurre ante la mirada indolente de líderes mundiales que tienen el poder, y la obligación, de frenar esta barbarie. FIN