Por: Roberto Morejón
Cuba es un país pobre de poco más de 11 millones de habitantes,pero dispondrá de un plan de desarrollo hasta 2030, en el que han trabajado expertos y funcionarios, y que fue analizado en el séptimo Congreso del Partido Comunista.
Hablamos de un Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social para los próximos 14 años, según lo trazado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del partido y la Revolución, aprobados en el congreso anterior, y actualizados en el presente.
Como era de esperar, una pauta de desarrollo del país para casi tres lustros debió contar con las habilidades y destrezas de muchas personas, al amparo de varias instituciones y ministerios.
Si bien los aportes han sido disímiles, todos los que tuvieron que ver con el Plan coincidieron en la necesidad de trabajar por un futuro sostenible, para cuyo empeño está lista la primera etapa, sometida a la consideración del 7 mo Congreso del Partido.
En esa fase sobresalen el esbozo de la situación actual y la identificación de esferas y ejes estratégicos que propicien el desarrollo.
En la segunda etapa, pendiente de perfilarse definitivamente, se precisarán las metas y se aprobarán y sumarán los diferentes programas de desarrollo para consolidar una nación soberana, independiente, socialista, próspera y sostenible.
La directriz de desarrollo cubano hasta 2030, examinada en el congreso de la organización rectora de la sociedad cubana, establece un crecimiento del Producto Interno Bruto que conduzca al bienestar de la población, o sea, por encima de los niveles modestos alcanzados en los últimos años.
La estrategia parte de la propiedad social sobre los medios esenciales de producción, incentiva las ciencias, transforma la matriz energética al darle peso a las fuentes renovables, potencia la industria y aspira a la autosuficiencia alimentaria.
Como se aprecia, los enunciados son ambiciosos, pero alcanzables a partir de la calificación de las fuerzas productivas y la adopción de una coherente política monetaria, crediticia, de precios y fiscal, con la inversión extranjera como parte esencial.
Por supuesto, se entiende que concretar la línea de desarrollo expuesta con miras al 2030 debe sortear escollos como las limitaciones de recursos, el bloqueo estadounidense, la reducida natalidad, el envejecimiento de la población, la baja productividad y otras insuficiencias internas.
Sobre esas condicionantes podrán aportar los ciudadanos, pues la conceptualización del modelo económico y social al que se aspira y las bases del plan de desarrollo hasta 2030 serán herramientas para discutir y buscar consenso, en debates abiertos.
Hay un buen punto de partida, pues están esbozados documentos esenciales que ayudan a la planificación de un desarrollo sostenible.