Por: Guillermo Alvarado
Italia confirmó que una nueva tragedia ocurrió en estos dias en el mar Mediterráneo, donde varias embarcaciones sobrecargadas con personas que intentaban arribar desde África hasta las costas europeas habrían naufragado y causado cientos de muertes, entre 200 y 400 según las diversas fuentes.
Una vez más, las aguas turbulentas que separan a ambos continentes se convirtieron en tumba colectiva y final abrupto del sueño de seres humanos que trataban de escapar a las guerras, muchas de ellas impuestas por intereses foráneos, el hambre, la pobreza y las enfermedades.
De acuerdo con el presidente italiano, Sergio Mattarella, Europa necesita reflexionar ante este nuevo drama, del cual aún se esperan detalles.
Lo que es un hecho es el fracaso de las drásticas medidas adoptadas por los gobiernos de la Unión Europea, que priorizaron blindar sus fronteras en lugar de trabajar en el aspecto humanitario de la oleada migratoria que choca constantemente ante sus puertas, cada vez más cerradas.
Innumerables han sido las críticas ante la decisión de comenzar a deportar hacia Turquía a los grupos varados en islas griegas e italianas, lo que no resuelve de ninguna manera el problema porque muchos volverán sin duda alguna a intentar la travesía, para beneplácito de los traficantes.
El bloque del llamado Viejo Continente cambió su programa denominado « Mare Nostrum », que incluía acciones de búsqueda y rescate en alta mar de embaraciones con migrantes, por la operación Tritón, enfocada en la vigilancia en aguas cercanas a las costas y la destrucción de naves pertenecientes a las bandas que trafican con personas.
Un reciente informe elaborado por investigadores de las universidades de Nueva York y Londres concluyó que este cambio de estrategia iba a
conducir a un aumento de las muertes en el Mediterráneo, como parece que está ocurriendo.
Charles Heller y Lorenzo Pezzani, encargados del estudio, dijeron que las autoridades de Bruselas conocían muy bien cuál sería el costo humano del nuevo programa antiinmigrante, pero aún así lo aprobaron.
Mare Nostrum, en el que participaba la marina italiana con barcos y aviones vigilaba incluso aguas territoriales de Libia y se calcula que salvó unas 100 mil vidas, pero debido a su elevado costo y la falta de aportes de los socios europeos, apenas duró de 2013 a 2014.
Tritón, en cambio, sólo controla aguas europeas y con mucho menos efectivos. El primer aviso de la inutilidad de este nuevo plan ocurrió hace exactamente un año cuando el naufragio de dos embarcaciones causó mil 200 muertos.
El meollo del asunto es que Tritón no está diseñado para salvar vidas, sino para disuadir a los migrantes a intentar la travesía, lo que está demostrado hasta la saciedad que resulta inutil en estos casos.
Por el contrario, lo que hace es orillar a utilizar medios extremos, como lo demuestra el descubrimiento hace algunas horas de un camión
frigorífico en Francia, donde trataban de entrar a ese territorio 12 personas, ocho de ellas niños y una mujer embarazada.
No es ocioso exigirle a Europa que asuma mayores responsabilidades ante este fenómeno, habida cuenta de que muchos de estos seres humanos que arriesgan su vida –y la pierden con mucha frecuencia- buscan escapar de conflictos iniciados por la injerencia de las potencias occidentales en sus territorios, como ocurre en varias naciones africanas y el Oriente Medio, incendiadas por la apetencia desmedida hacia sus valiosos recursos naturales.
