Por: Guillermo Alvarado
Cuando el domingo 5 de junio se realice la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, los ciudadanos de esa nación andina tendrán la penosa necesidad de escoger entre dos representantes de la derecha radical y neoliberal Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski.
Lamentablemente no se trata de buscar entre dos males el menor, como sugieren algunos sectores, porque ambos candidatos son tal para cual y ninguno significaría un alivio para las familias que sufren pobreza, desempleo y marginación, olvidadas por las anteriores administraciones.
Keiko es hija del expresidente Alberto Fujimori, en la actualidad preso por violaciones a los derechos humanos y señalado de corrupción y no es que intentemos atribuirle a ella gratuitamente los abundantes defectos de su progenitor, como si de un fatalismo genético se tratase.
Ella ha hecho los esfuerzos suficientes para situarse en la derecha de la derecha. Fue congresista entre 2006 y 2011 y faltó a sus labores la bicoca de 500 días, casi dos años, cobrando, eso si, puntualmente salarios y otras prestaciones.
Su listado de aspirantes al parlamento contiene a muchos acusados, procesados y condenados por diversos delitos. Una de ellas es Cecilia Chacón, quien postuló para evitar su condena por enriquecimiento ilícito.
Su programa de trabajo incluye la privatización de importantes recursos naturales en favor de las transnacionales, así como el debilitamiento de organizaciones populares, sindicales y sociales.
Su adversario, Pedro Pablo Kuczynski, está considerado como un operador de los intereses de Estados Unidos, cuya ciudadanía obtuvo hace años. Fue nombrado jefe de Planificación y Política del Banco Mundial, presidente del First Boston International y director de la First Boston Corporation.
Kuczynski está casado con una hija de William Joseph Casey, decimotercer director de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, entre 1980 y 1987, además de coordinador de la campaña presidencial de Ronald Reagan.
En su país natal fue ministro de Energía y Minas (1980-1982), de Economía y Finanzas (2001-2002) y presidente del Consejo de Ministros del Perú del 16 de agosto de 2005 la 27 de julio de 2006, y en todos estos cargos siempre actuó de manera dócil ante las transnacionales, sobre todo de Estados Unidos.
Uno de estos dos personajes inevitablemente regirá los destinos del país andino durante los años venideros, en lo que constituye una alternativa de alto riesgo o, para decirlo de mejor manera al estilo latinoamericano, saltar de la sartén, a las llamas. FIN