Por: Guillermo Alvarado
Cuatro medidas propuestas por senadores estadounidenses, dos del partido Demócrata y dos del Republicano, destinadas a incrementar el control sobre la venta de armas de fuego en ese país norteño, fueron rechazadas por sus colegas lo que demuestra que a pesar de la reciente matanza en Orlando, Florida, la industria de la muerte mantiene el respaldo de los legisladores.
Fue una votación realizada bajo la presión de la opinión pública después de la muerte de 50 personas, incluyendo al atacante, en una discoteca donde se celebraba una noche hispana, pero chocó con la poderosa influencia de la Asociación Nacional del Rifle, la NRA por sus siglas en inglés.
Los senadores que reciben órdenes de esta entidad criticaron las propuestas y alegaron que eran demasiados restrictivas y vulneraban el derecho constitucional a portar armas, garantizado por la segunda enmienda de la Carta Magna de Estados Unidos, redactada por el congresista y propietario de esclavos James Madison –quien luego sería el cuarto presidente– y aprobada en 1791, hace ya 225 años.
En un país donde el dinero es la tabla para medirlo todo, no resulta extraña la posición del Senado, a pesar de que el Centro para la Prevención y Control de las Enfermedades informó que cada año fallecen allí como promedio 32 mil personas víctimas de disparos de armas.
La influencia de la NRA es muy grande porque tiene capacidad económica para financiar campañas electorales -eventos cada vez más caros en Estados Unidos-, así como para garantizar programas que producen votos a favor de sus patrocinados.
Los ingresos de la industria armamentística, sin incluir al gran Complejo Militar Industrial, aumentaron en promedio 6,5 por ciento por año desde 2011 y se espera que totalicen 15 mil 800 millones de dólares en 2016.
En 2014 se fabricaron más de 9 millones de armas. Hoy se estima que circulan entre 270 millones y 310 millones, es decir prácticamente una por cada habitante estadounidense, incluidos los bebés recién nacidos y los ancianos.
Para que se tenga una idea de cómo funciona la mente y las estructuras de ese país, después de la masacre en Orlando, donde por cierto la homofobia parece haber sido la causa principal y no el terrorismo, las acciones de las fábricas Smith &Wesson y Sturm Ruger, dos de las más importantes, se beneficiaron con el incremento en los mercados bursátiles del 6,9 y 8,5 por ciento, respectivamente.
Una periodista del The Philadelphia Daily News demostró que en siete minutos compró en una armería por 760 dólares un fusil de asalto AR-15, similar al utilizado en el ataque a la discoteca del estado de Florida.
A pesar del berrinche del presidente Barack Obama, que calificó de cobarde la votación en el senado, lo cierto es que cada muerte producida por un arma de fuego en lugar de despertar la conciencia de los ciudadanos, eleva las ganancias de los fabricantes y vendedores, en un negocio oscuro donde todo importa, menos el derecho a la vida de las víctimas. FIN