por Roberto Morejón
El bloqueo de Estados Unidos, la sequía y la insuficiente tradición en la siembra influyen en las producciones arroceras en Cuba, pero el gobierno y los agricultores trabajan por el autoabastecimiento, antes de 2030, con la ayuda de Vietnam.
El irregular comportamiento de las precipitaciones fluviales al combinarse la aridez y aguaceros extemporáneos, tuvo efecto en los aportes del cereal, por debajo de lo previsto, de 48 cooperativas agrícolas pertenecientes a un grupo de vanguardia.
Las mencionadas estructuras agrarias excedieron en 2015 el rendimiento por hectárea, pero cumplieron solo al 74% el plan de venta de arroz húmedo.
Únicamente nueve cooperativas llegaron a la aspiración de los 100 000 quintales, o sea, 10 000 toneladas, de ahí que el país deberá importar adicionalmente más de 100 000 toneladas del alimento en el año en curso.
Además de la carencia de agua, determinante en el cultivo, otros factores conspiran contra los buenos resultados, al imposibilitarse la adquisición de insumos y recursos en un mercado cercano, como Estados Unidos, a causa del bloqueo.
NO obstante, los labriegos cubanos confían en la cooperación vietnamita para desarrollar las habilidades necesarias a partir de las prácticas transmitidas por los experimentados técnicos.
Si bien los dos países tienen intercambios en la industria, construcción, comercio, inversiones, educación, cultura, ciencia y tecnología, sobresalen los relacionados con la agricultura.
En esa esfera prevalece la cooperación en el arroz, estructurada por etapas, la última de las cuales, la cuarta, concluyó exitosamente el pasado año y ahora se ampliará a una quinta fase.
La contribución técnica vietnamita se concretó en varios proyectos, involucró a 13 provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud y permitió la satisfacción de más del 70 % de la necesidad de semilla de todo el país.
Siempre atentos a los requerimientos de los cubanos, el gobierno y el pueblo de la hermana nación donaron recientemente cinco mil toneladas de arroz para el consumo de los cubanos.
Estimulados con gestos como ese y por la permanencia de la asistencia técnica vietnamita, los campesinos e integrantes de cooperativas de vanguardia comienzan a recibir y adiestrarse en el manejo de equipamiento nuevo.
En efecto, el gobierno cubano contrató nuevos tractores de gran potencia y aviones para potenciar la producción arrocera.
Adicionalmente, se estudia la aplicación de esquemas financieros dirigidos a dinamizar los trabajos de esa rama.
Los cubanos no se rinden ante las adversidades meteorológicas y con la colaboración vietnamita y recursos tecnológicos en vías de adquisición esperan dominar los secretos de un cultivo tan exigente.