México, primer emisor de emigrantes en Latinoamérica y segundo del mundo

Editado por Maite González Martínez
2016-07-02 08:33:16

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Imagen ilustrativa. (Archivo)

Por: Guillermo Alvarado

México clasificó como el primer emisor de emigrantes en todo nuestro continente, y el segundo en todo el planeta, con un aproximado de 12 millones 300 mil personas que abandonaron su país natal, sólo superado por la India, de donde han partido unos 15 millones 600 mil pobladores, de acuerdo con un estudio realizado por la institución financiera BBVA Research, que abarca 25 años.

Sin embargo, si se toma en cuenta la cantidad de habitantes en cada una de estas dos naciones, de manera proporcional México, con 127 millones, supera de manera amplia a la India, que tiene MIL 295 millones de personas.

A pesar de todas las dificultades creadas en los últimos años, el principal destino de los mexicanos sigue siendo Estados Unidos, país que ha construido largos tramos de muros con alta tecnología para frenar ese constante flujo migratorio.

Estos controles y la virtual militarización de la frontera obligan a quienes intentan realizar el viaje por vías irregulares a buscar rutas cada vez más difíciles y peligrosas, sin que exista un registro exacto del número de ellos que pierden la vida en este intento, generalmente en territorios desérticos.

Estados Unidos siempre ha sido un atractivo para campesinos mexicanos y trabajadores pobres de las ciudades, pero hay dos acontecimientos que incrementaron de manera dramática este movimiento migratorio. El primero de ellos fue el Tratado de Libre Comercio que entró en vigor el 1 de enero de 1994.

Este pacto resultó oneroso para la hermana nación latinoamericana, porque hizo desaparecer a los pequeños y medianos productores rurales y mandó a millones de personas a la pobreza para favorecer a las transnacionales estadounidenses.

El otro evento fue la desastrosa guerra contra el narcotráfico iniciada en 2006, un enfrentamiento impuesto por Washington, que decidió utilizar territorios ajenos y que otros pueblos pusiesen los muertos para tratar de impedir que los estupefacientes arribaran a su país, donde existe el mayor mercado de consumo del planeta.

México, en efecto, puso los muertos, pero los grupos criminales crecieron y se multiplicaron, porque como la hidra de la mitología griega, por cada cabeza cortada, nacen dos más.

La pobreza y la inseguridad son en estos momentos los principales motores que alientan la emigración hacia el vecino del norte, donde la inmensa mayoría de aquellos que consiguen llegar tampoco encuentran el paraíso prometido.

Allí sufren desempleo o hacen trabajos duros a cambio de salarios reducidos, padecen discriminación y son perseguidos por las autoridades en redadas, que durante el actual gobierno del presidente Barack Obama se intensificaron.

Más allá del interés académico, como el expresado por el BBVA Research, se trata de un drama humano cuya solución aparece lejana, en la medida en que las políticas neoliberales y la influencia de Washington se hacen más fuertes en esa nación, de la que un día Porfirio Díaz, antes de convertirse en el dictador que fue, exclamara: “pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos”.



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