por María Josefina Arce

El gobierno venezolano, presidido por Nicolás Maduro, siempre ha manifestado su disposición a un diálogo con la oposición que contribuya a la paz y estabilidad en Venezuela. El bienestar de todo el pueblo es el máximo objetivo de Caracas por lo que busca debatir, de manera constructiva, los problemas que afectan al país sudamericano en busca de soluciones.

Constantes han sido los llamados en ese sentido del presidente Maduro, que ha exhortado a la oposición para que acepte sentarse en torno a una mesa, sin condiciones, solo en base a lo que establece la constitución.

Pero la actitud responsable y abierta del presidente Maduro ha chocado con la negativa de la derecha, a la que en realidad solo le interesa recuperar el poder y las prebendas que tenía antes de 1999 cuando asumió el fallecido jefe de estado Hugo Chávez y se inició una profunda transformación de la sociedad venezolana en beneficio de todos.

Como bien denuncian diversos sectores venezolanos a la oposición no le interesa el diálogo, sino la abierta confrontación y llegar por los medios que sea al poder.

En la memoria están frescos los hechos de 2014 que dejaron unos 40 muertos y 800 heridos, a lo que se suma la guerra económica que ha desatado contra el gobierno.

Desabastecimiento y acaparamiento promueven los elementos de la derecha para crear el descontento en la población y provocar la caída del gobierno elegido democráticamente en las urnas.

La campaña mediática contra el gobierno, tanto a nivel nacional como internacional, ha sido otra de las artimañas de la oligarquía, que intenta desacreditar los logros de la Revolución Bolivariana en la salud, educación y la lucha contra la pobreza.

El exvicepresidente José Vicente Rangel afirmó que a raíz del fracaso de sus políticas en la Asamblea Nacional y la imposibilidad de activar este año el referéndum revocatorio, la derecha está desesperada por lograr sus ansias de poder.

La realidad es que desde que logró la mayoría en el Parlamento la oposición solo se ha dedicado a intentar echar por tierra los avances que en materia social se han registrado en la nación en los últimos años y no ha tomado ninguna medida que beneficie a los más humildes.

Ahora en una actitud arrogante e irresponsable pone una serie de condiciones para sentarse a la mesa de negociaciones y rehúsa un segundo encuentro con el gobierno en República Dominicana, donde en mayo tuvo lugar una primera cita promovida por UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas y apoyado por otros organismos como la ONU.

A pesar de la actitud de la oligarquía, el presidente Maduro cree firmemente en la necesidad de un diálogo franco y transparente entre las dos partes para lograr un consenso que lleve a la paz y estabilidad en Venezuela y en beneficio de todos los venezolanos.