Tras la victoria de Donald Trump en los comicios presidenciales del martes en Estados Unidos, el periodista Roberto Bastida conversó con el excanciller y expresidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón. A continuacíon la transcripción de la entrevista.
P/¿Cambiará la geopolítica norteamericana hacia el mundo y específicamente hacia América Latina con Trump?
Si vas a creer la retórica de Donald Trump se podría decir que sí, porque ha dicho que solo él podía resolver los problemas de Estados Unidos. Pero eso no es así.
Yo creo que Trump y el fenómeno del trumpismo es consecuencia de una evolución a la situación de la sociedad norteamericana y no del papel de la personalidad, por muy arrogante que sea, no es tan grande en la historia.
Yo no creo que él pueda por si solo cambiar el mundo ni mucho menos. Él es un resultado -a mi juicio y este fenómeno ha ocurrido en Estados Unidos- de una crisis del sistema norteamericano que tiene que ver con el papel que el país se arrogó asimismo en el mundo, que por cierto Trump criticó mucho durante la campaña, y sobretodo, lo más importante, lo que llevó a que mucha gente confundida en Estados Unidos votara por él.
Es la situación creada para millones de norteamericanos por las políticas neoliberales que se remontan a Reagan, que las continuó Bush padre, las continuó Bush hijo, Clinton y las continuó Obama. Es ese espectáculo de las fábricas cerradas, de las fábricas que se fueron de las zonas del medio oeste, de los lagos y fueron a parar a México y otras partes del mundo. Es ese espectáculo de obreros que antes estaban sindicalizados, que antes eran una parte sustancial de la base del partido demócrata y que hoy están en condiciones muy difíciles económicamente. Tales hechos explican un poco este fenómeno. Y es su retórica contra el libre comercio etc…
Hay que ver en qué medida Trump puede convertir en práctica o en programas reales de gobierno algunas de las cosas que él ha dicho durante la campaña. Hay que tomar en cuenta siempre eso para empezar.
Estamos hablando de un sistema electoral que se acerca mucho más al espectáculo que a un ejercicio auténticamente democrático. Es decir, los candidatos dicen cualquier cosa, alardean de cualquier cosa pensando en lo que la gente siente, en los problemas de la gente. Pero de ahí a llevar a la práctica esas promesas hay un buen tramo y muchas cosas están por verse todavía.
Eso de volver a asumir un papel de liderazgo mundial como si la realidad exterior no funcionase me parece que es un poco soñar despierto.
Estados Unidos, aunque sigue siendo una superpotencia, una nación poderosa y sigue controlando una buena parte del mundo - factor que no se puede desconocer- no tiene hoy, relativamente hablando, el poderío o la hegemonía que tenía cuando terminó la II Guerra Mundial.
Ha habido un proceso de declive, de descenso que debería conducir a una transformación de otro carácter que también estuvo presente- por cierto- en este proceso electoral norteamericano, que es muy interesante, que fue el fenómeno alrededor del gobernador Bernie Sanders.
Es decir, está como el que está en una disyuntiva que tiene que ver, que tiene que cambiar, pero en qué dirección se mueve, etc. Ahí triunfó en este caso un discurso más demagógico, que lo peor de todo, no las cosas que pueda hacer o no Trump, que yo no creo que pueda hacer lo que le dé la gana, ningún presidente norteamericano tiene ese poder , lo peor de todo es la campaña alrededor de él. Movió, movilizó, sacó del fondo de la sociedad norteamericana lo peor de ella en términos de racismo, de discriminación a la mujer, fue una letanía de odios contra distintos sectores de la sociedad norteamericana que hay que ver cómo va a funcionar ese fenómeno en el futuro en muchas gente.
¿Por qué hay manifestaciones en las calles en muchas ciudades norteamericanas? Porque hay muchas gentes preocupadas con que vayan a entrar en una etapa que dejaría chiquitico a Mccarthy y a los peores momentos de la sociedad norteamericana, porque esas fuerzas oscuras, fuerzas racistas, antinegras, antinmigrantes, antilatino, antimujer, antijudío, todo eso se ha movido, es un estercolero que se ha removido con esta campaña y que va a aspirar a verse reflejada en la obra de gobierno. Hay que ver hasta dónde el nuevo presidente puede también cumplir con esa gente.
P/¿Cuál es su opinión sobre qué pasará con las relaciones Estados Unidos-Cuba?
Si tenemos en cuenta las palabras que dijo Trump durante la campaña puede pasar cualquier cosa. Desde que todo siga adelante sin problemas hasta que todo se eche para atrás.
En mi opinión, es muy difícil para él y para cualquiera echar para atrás lo poco que se ha avanzado hasta ahora durante el mandato del presidente Obama. Sí hay un gran problema, se habla mucho de Trump y se habla mucho del presidente, porque es un sistema muy presidencialista, pero al mismo tiempo de esta elección se efectuó la renovación de una parte del Senado y la nueva Cámara de Representante en la cual los sectores conservadores republicanos ganaron en ambas. Es decir, no es solamente quién va a estar en la Casa Blanca, es que va haber una situación parlamentaria peor que la que había durante el final del mandato de Obama.
Por ejemplo, el (levantamiento del) bloqueo requiere una decisión congresional puesto que esta codificado por la ley Helms -Burton y me parece ahora más difícil que haya una mayoría suficiente en las dos Cámaras para dar ese paso. Por lo tanto, tendría que haber un gran esfuerzo de la administración del presidente para hacerlo. A lo mejor, si hubiera sido Hillary Clinton, ella lo hubiera intentado.
En general yo diría que posiblemente las cosas se mantengan como van, que además es una buena enseñanza para todos los que se preocupan por estos asuntos de las relaciones Cuba-Estados Unidos. Y es que cuando se habla de normalización yo siempre la pongo entre comillas porque las relaciones entre Cuba y Estados Unidos nunca fueron normales. Antes de la Revolución tampoco, siempre fue una relación del poderoso oprimiendo al pequeño. No será nada fácil llegar a un tipo de relación basada en el respeto pleno y mutuo.
Una de las razones para tener esa duda es que nadie podía garantizar qué vendría después de Obama y ya lo tenemos de inmediato.
Yo no creo que Trump vaya a echar para atrás todo, porque lo poco que se ha avanzado ha generado intereses. Hay gente que se beneficia en Estados Unidos como las líneas aéreas. Otro ejemplo lo vemos con la posible autorización a algunos productos de la industria farmacéutica cubana como la vacuna contra el cáncer de la cual se beneficiarían a muchos norteamericanos. Echar para atrás eso va a ser muy difícil, aunque también será mucho más difícil avanzar.
Quizás se mantenga la cosa como hasta ahora, más de lo mismo, aunque sin el elemento poco simpático –entre comilla- del presidente Obama de pretender darnos lecciones de democracia y de como debería ser la sociedad cubana. En ese sentido Trump va a ser menos pretencioso. Él es un negociante exitoso, un hombre que ha sabido beneficiarse del capitalismo norteamericano y que va a tratar de que se mantengan esos intereses.
Transcripción Maité González