Al principio no sabía, exactamente, de qué se trataba. Luego, no por curiosa, sino porque estaba cerca, escuchaba que una le decía a la otra: “Mira… hay que saber buscar un padre para nuestros hijos”, y le daba algunos consejos: “que te quiera mucho, que sea inteligente, con casa y buen trabajo”.
Sin saber lo que la otra persona respondía, dije algo para echarle leña al fuego: “¡y que tenga dinerito!” Sin imaginar la avalancha de improperios que me vendría arriba.
Encontrar un buen padre para nuestros hijos no es cuestión de coser y cantar, como dice el dicho. Se trata de un asunto delicado, lo cual pasa primero por “hallar” una buena pareja.
Pablo Neruda, el poeta chileno, aconsejaba enamorarse de un hombre que “te persiga con la mirada, como un león hambriento; y que se pierda en el brillo de tu ojos, aún en la oscuridad. Enamórate de un hombre para el cual tú seas la única mujer en este mundo; y que sea capaz de construirte un castillo, aunque solo tenga un lápiz y papel”.
Románticas palabras que debemos tener en cuenta, que no siempre coinciden con la vida.
Una amiga interesada en el asunto comentaba que, por lo general, en el comienzo de una relación todo es favorable, color de rosa. “Con el paso del tiempo la gente empieza a mostrar su verdadero rostro. Y como no somos adivinos no estamos exentos, ni protegidos, de recibir los golpes de la vida”.
“El día a día es el que dice —subrayó María de los Ángeles—. A veces pensamos que nuestra pareja es buena persona y, por lo tanto, tiene más posibilidades de ser un padre amoroso, complaciente, con muchas virtudes. Al final nos llevamos un chasco; nos damos cuenta que no hicimos una selección adecuada para formar una familia y tener hijos”.
La mayoría de las mujeres sueña con encontrar al príncipe azul de los cuentos de hadas. Un hombre que, además de atractivo, promete el amor eterno; villas y castillos, y basa su conquista en halagos, respeto y fidelidad; para luego hacerla su esposa, amante, amiga y madre de sus hijos.
¿Hasta aquí todo bien? Según Isabel Cristina Bettín, psicóloga educativa de la Universidad de la Sabana, en Colombia, esta común ilusión se puede hacer realidad siempre y cuando se complemente con otros detalles y situaciones que deben analizarse antes de tomar la decisión de formar un hogar.
“El matrimonio se construye, la relación de pareja se alimenta y el sentido del amor cambia pero no desaparece”, afirma.
No es suficiente hacer una lista de valores y virtudes pues — aunque son importantes— van acompañados de una serie de defectos y errores que también formarán parte de la vida en pareja y de la familia que se piensa construir.
Por eso, explica Bettín, es esencial a la hora de elegir esta persona dejar a un lado el corazón y analizar con la razón, para así poder evaluar objetivamente. “Si miramos a la pareja con los ojos del amor es más difícil ver sus imperfecciones”.
La académica plantea que por más amor que exista hay actitudes, sentimientos y pensamientos difíciles de cambiar. “Las adicciones, patologías y el carácter son ejemplos claros de ello. Sin embargo, el deseo y el compromiso de dos personas que luchan por un mismo fin, logran flexibilidad y acuerdos justos”.
Recomienda, además, que cuando existe el deseo de formalizar una relación para crear un hogar, es indispensable que haya humildad, nobleza y tolerancia.
Estos valores —agregó— garantizan espacios de comunicación fundamentales a la hora de enfrentar situaciones difíciles e igualmente facilitan la posibilidad de perdonar y pedir perdón cuando sea necesario.
“Si siente que en su relación estas virtudes han estado ausentes, es momento de ponerlas en práctica. Si, por el contrario, no carecen de ellas, puede estar tranquila y dar el siguiente paso, porque va por buen camino.
“Así esté convencida de que ese es el hombre de su vida, cerciórese de que este sentimiento sea mutuo. Mantenga una comunicación sincera desde el principio y exprésele lo que usted espera, lo que le gusta y lo que le disgusta de él.
“Si en las conversaciones se percata de que hay evasión o resistencia al compromiso, a los hijos y a la familia, es pertinente que revalúe y determine si vale la pena continuar con el proceso”.
De igual manera, Bettín cree conveniente tener en cuenta si el esposo tuvo otra familia. “El pasado es pasado pero sirve de referencia para el futuro”.
Las rupturas dejan secuelas, por lo que puede ocurrir que la persona esté a la defensiva y, además, tenga temores que afectarán sus decisiones en el campo sentimental.
No obstante, un nuevo comienzo siempre es posible, sin dejar a un lado las lecciones que dejan los errores cometidos. Resulta conveniente dar un tiempo prudencial a la relación de pareja antes de pensar en tener hijos, y tal decisión debe ser mutua.
con informacion de Cubasi