Por Narciso Amador Fernández
El Che, en su Diario de Campaña, el 26 de junio de 1967 anotó: “Día negro para mí. (...) llegó la noticia de dos heridos: Pombo y Tuma en el vientre. (...) La herida de Pombo es superficial y sólo traerá dolores de cabeza su falta de movilidad, la de Tuma le había destrozado el hígado y producido perforaciones intestinales; murió en la operación.
Con él se me fue un compañero inseparable de todos los últimos años, de una fidelidad a toda prueba y cuya ausencia siento desde ahora casi como la de un hijo”.
Dos veces. Solo dos veces en los once meses de campaña guerrillera en Bolivia, el Che escribió que había sido un día negro para él y su destacamento.
Una, cuando el 25 de abril perdió a San Luis, a Rolando, el mejor hombre de la guerrilla. La segunda, un día como hoy, hace 50 años, cuando murió Carlos Coello Coello, el combatiente que bajo sus órdenes peleó en la Sierra y la Invasión, le siguió en el Congo y le fue inseparable en Bolivia, hasta ese aciago día negro del 26 de junio de 1967.
La caída del guerrillero sucedió en un lugar conocido como Piraí (pececillo, en guaraní), donde el destacamento revolucionario había situado una emboscada al ejército boliviano. Era el lecho de un río seco, en un arenal grande. Junto a Tuma, o Tumaini, escolta del Che desde 1959, estaba también el cubano Harry Villegas Tamayo, Pombo, y otros cuatro hombres.
Pombo, herido en la acción, narró así el desarrollo del combate: “Estábamos reforzando el flanco cuando comienza nuevamente el tiroteo.
Vemos que el ejército se está desplegando, está tratando de cercarnos y empezamos a reforzar también nuestras posiciones; hasta que hay un momento en que el Che llega a la conclusión de que no vale la pena este tipo de enfrentamiento en las condiciones en que estamos nosotros (...).
”Da la orden de retirada, pero en el momento que da la orden, suenan los disparos del enemigo. Ahí me hieren a mí. El Tuma está ocupando su posición y le está gritando al Médico, al Moro (Octavio de la Concepción y de la Pedraja, jefe de Servicios Médicos, cubano), ¡cuídate Médico que la cosa está que jode...! En ese momento le dan un tiro que le perfora el vientre y le destroza el hígado...
Inmediatamente dos compañeros se tiran a auxiliarlo y lo sacan... comienza la retirada ordenadamente, vamos estableciendo escalones para irnos y llevarnos el cuerpo de Tuma hasta donde está la Comandancia (...)
”Allí comienzan a intervenirlo quirúrgicamente. El Che personalmente, con el médico, se dedicó a tratar de salvarle la vida, pero todo fue inútil”.
Carlos Coello Coello había nacido el 2 de diciembre de 1940 en la finca La Caridad, cerca de Manzanillo, actual provincia de Granma. Al morir tenía solo 26 años y la alegría incompleta del nacimiento de un hijo, a quien su esposa nombró Carlos Tumaine, al que no pudo conocer.
Por eso, al sentirse herido de muerte pidió que se le entregase su reloj al Che, y como no lo hicieron para atenderlo, se lo quitó y se lo dio a Arturo, tal y como refiere el Comandante Guevara en su Diario, para a continuación significar: “Ese gesto revela la voluntad de que fuera entregado al hijo que no conoció, como había hecho yo con los relojes de los compañeros muertos anteriormente. Lo llevaré toda la guerra”.
Con 16 años se suma a la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, y como integrante de la columna 8 Ciro Redondo, al mando del Che, hace la Invasión en calidad de ayudante de una ametralladora 30.
A partir de marzo de 1959 se convierte en escolta del jefe argentino-cubano, al que seguiría en la epopeya internacionalista del Congo. Para esa misión africana, el teniente Carlos Coello recibió la orden expresa del Comandante en Jefe de proteger la vida del Che.
En el Congo recibe el sobrenombre de Tuma, de la palabra en swuahili “tumaini” que significa “esperanza”.
Junto a Harry Villegas (Pombo), y José María Martínez Tamayo (Ricardo) llega a Bolivia, el 25 de julio de 1966, para crear las bases del futuro destacamento guerrillero. Ya el 7 de noviembre están los tres, junto al Che, en Ñacahuasú.
Allí tendría Tuma la misma misión que en Cuba y el Congo: velar por la vida del Guerrillero Heroico, responsabilidad ahora compartida con Leonardo Tamayo, Urbano.
Quienes le conocieron coinciden en afirmar que era de una nobleza extraordinaria, carácter alegre y jovial, dicharachero, valiente, disciplinado, trabajador, solidario, honrado, y de una fidelidad a toda prueba.
Al saber del nacimiento de su hijo Carlos Tumaine brincaba de alegría. Igual lo hizo cuando en sus discursos Fidel, Raúl y Almeida saludaban a la guerrilla boliviana. Era considerado el más alegre de los guerrilleros.
El día de su muerte el Che estuvo toda la noche silencioso al lado de su cadáver, como quien vela a un hijo. En su Diario escribiría el 27 de junio: “Cumplida la penosa tarea de enterrar malamente a Tuma seguimos viaje (…)”.
Los restos de Carlos Coello Coello, Tuma, reposan desde el 17 de octubre de 1997 junto a los de su querido jefe. Es uno más de los miembros del Destacamento de Refuerzo, como lo calificara Fidel.
Cuando el 8 de octubre de 1967 el Che fue apresado en la Quebrada del Yuro, llevaba puesto dos relojes; uno de ellos, era el de su hijo guerrillero. Era el de Tuma.
(Tomado de Cubahora)