Abel Santamaría Cuadrado quien fue calificado por Fidel como el más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes, cuya gloriosa resistencia lo inmortaliza ante la historia de Cuba, nació el 20 de octubre de 1927 en Encrucijada, provincia de Las Villas.
Fidel y Abel se conocieron el 1ro de mayo de 1952 en el cementerio de Colón y el joven villaclareño, de solo 25 años, quedó prendado del magnetismo de Fidel, así lo evidencia cuando esa mañana le dice a su hermana: “Yeyé, he conocido al hombre que cambiará los destinos de Cuba! ¡Se llama Fidel y es Martí en persona!”
Desde el inicio nació una linda amistad entre ambos jóvenes, que trascendió para la historia. Abel se convirtió en la persona en que más confiaba Fidel Castro.
Fidel le encomendó difíciles misiones a favor del movimiento, el segundo jefe viajó a Santiago de Cuba desde principios de julio de 1953, para junto con Renato Guitart hacerse cargo de los preparativos finales de los asaltos a los cuarteles Moncada y Céspedes.
A partir de las cinco de la tarde del 25 de julio de 1953 comenzaron a llegar a Santiago de Cuba los futuros combatientes que asaltarían el cuartel Moncada, siendo recibidos por Fidel y Abel Santamaría en una casa del centro urbano de la ciudad, desde donde partirían hacia la Granjita Siboney.
Para Fidel la vida de Abel tenía un valor inigualable, por lo que le encomienda ocupar el Hospital Civil Saturnino Lora y no al Cuartel, donde corría más riesgo su vida, decisión que no le agrada, por lo cual protesta ante el jefe de la acción:
“Yo no voy al hospital –le dice–, al hospital que vayan las mujeres y el médico, yo tengo que pelear si hay pelea, que otros pasen los discos y repartan las proclamas”.
A lo que Fidel le riposta con energía:
“Tú tienes que ir al hospital civil, Abel, porque yo te lo ordeno; vas tú porque yo soy el jefe y tengo que ir al frente de los hombres, tú eres el segundo, yo posiblemente no voy a regresar con vida”.
Ante la orden, Abel responde:
“No vamos a hacer como hizo Martí, ir tú al lugar más peligroso e inmolarte cuando más falta haces a todos”.
Es entonces cuando Fidel, comprendiendo la preocupación del segundo jefe de la acción, le pone las manos sobre los hombros y persuasivo le dice:
“Yo voy al cuartel y tú vas al hospital, porque tú eres el alma de este movimiento y si yo muero tú me reemplazarás”.
Al fracasar la acción fue llevado con los demás a los calabozos, lo interrogaron y torturaron, pero de sus labios no salió una palabra que pudiera comprometer a sus compañeros, ni dar una pista sobre el Jefe del Movimiento. Le sacaron los ojos, se lo mostraron a su hermana para que hablara. Ella les respondió a los criminales que si él no había hablado ella tampoco lo haría.
De gran importancia para el triunfo de la Revolución fueron Abel y sus compañeros de lucha, así lo evidencia Fidel en el acto de entrega del Cuartel Moncada, celebrado en Santiago de Cuba el 28 de enero de 1960, cuando expresa:
“Quiero que recuerden siempre a Abel Santamaría, a Boris Luis Santa Coloma, a Renato Guitart, a José Luis Tasende, y a toda aquella lista de más de 60 compañeros que murieron en el Moncada; que recuerden a Frank País, a Pepito Tey, a Otto Parellada, a Tony Alomá, y a aquella larga lista, que sería imposible enumerar, de jóvenes que murieron después del 26 de Julio para hacer posible el triunfo de la Revolución”.
Durante el acto central por el 35 Aniversario del triunfo de la Revolución efectuado en Santiago de Cuba, el 1ro de enero de 1994, resalta la figura ejemplo de Abel y de otros revolucionarios:
“Esta es la hora, compañeras y compañeros, en que deberemos convertirnos en un pueblo de gigantes y que cada uno de nosotros sea un gigante, que todos unidos hagamos muchos gigantes: ¡gigantes como José Martí, gigantes como Antonio y José Maceo, gigantes como Carlos Manuel de Céspedes, gigantes como Máximo Gómez, gigantes como Ignacio Agramonte, gigantes como Mella, gigantes como Abel Santamaría y Frank País, gigantes como Camilo y el Che!