Por: Thalia Fuentes Puebla, Leysi Rubio A.
La Habana, 10 ene (RHC) Así definió Fidel Castro a Julio Antonio Mella en un diálogo con dirigentes estudiantiles universitarios: El cubano que más hizo en menos tiempo.
Su corazón le pertenecía a Cuba. Su amor, en cambio, le hizo espacio a Tina Modotti, una italiana defensora de la libertad y la justicia. Ambos encontraron en el otro el espacio para fusionar idea y pasión; hacer una revolución del breve tiempo (cuatro meses) en que estuvieron juntos. Corría el año 1928.
Ella lo hizo suyo, y retrató su alma inquieta y revolucionaria. Lo tuvo, así, con los ojos cerrados sobre la yerba, con olor a camisa sudada y el perfil fruncido, con su torso desnudo ante la cámara y la nostalgia de las cartas con demora.
También lo tuvo así, inamovible, con las cejas quietas por primera vez desde que se conocieron.
Ya viene su sonrisa bajo el ala del sombrero. En cuatro zancadas cruza la oficina de cables. En Tina disminuye la opresión. Se adelantan dos brazos que pronto han de envolverla. (…)
– (…) han venido a México dos matones cubanos (…)
La opresión vuelve a doler en el pecho de Tina; tanto que debe detenerse. Julio Antonio le echa el brazo izquierdo alrededor de los hombros, junta su cabeza con la de ella: “No te pongas así”. (…)
– Ves, Tinísima, ese asno con garras que gobierna Cuba me considera más peligroso aquí que en La Habana (…)
(Fragmento del libro Tinísima, de Elena Poniatwoska)
La última imagen de su rostro fue tomada por Tina. Hermoso aún después de todo, revela paz en su semblante. El himno de Cuba resonaría fuerte aquel 10 de enero de 1929 en algún lugar del mundo.
“… Que morir por la Patria es vivir”. (Fuente: Cubadebate)