Por Alberto Corona
Pese a las adversas circunstancias en las que se mueve la economía cubana, el Gobierno es consciente de la urgencia existente para poner fin a la dualidad monetaria que lastra el desarrollo de las fuerzas productivas del país.
Este tema recobró relevancia en las últimas semanas, luego que las autoridades insistieran en la necesidad impostergable de dicho objetivo para el reordenamiento monetario, cambiario y crediticio de la nación, inmersa en la ejecución de una nueva estrategia socioeconómica dirigida a impulsar el desarrollo y hacer frente a la crisis generada por la pandemia de la Covid-19.
No obstante, si bien los expertos coinciden en que ello es una condición urgente y necesaria, no es suficiente para destrabar y actualizar la economía nacional, por demás severamente golpeada por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde hace más de medio siglo.
De esa manera, las condiciones excepcionales por las cuales transita la economía cubana suponen un reto y desafío para las autoridades locales, a la hora de eliminar las distorsiones provocadas por la dualidad monetaria y cambiaria y atemperar su impacto en la vida nacional en todos los órdenes.
Al abordar este tema en la prensa nacional, la directora de Estudios Económicos del Banco Central de Cuba (BCC), Yolanda García, sostuvo que no se deben soslayar el contexto actual, como el impacto de la Covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo, así como los orígenes de la dualidad.
Yolanda García. foto: periódico Granma
En ese sentido recordó que en los años 90 del pasado siglo la extinción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la desintegración del campo socialista golpearon con dureza a la nación caribeña. Entre 1989 y 1993, el Producto Interno Bruto (PIB) registró una caída de casi un 35 por ciento; el consumo de combustible disminuyó a menos de la mitad, y el comercio exterior se redujo en más de un 80 por ciento, puntualizó.
Paralelo a ello, añadió, el bloqueo se vio reforzado, lo cual agravó el desabastecimiento de productos en los mercados minoristas y desató fuertes desequilibrios monetarios.
Así el peso cubano (CUP) perdió su poder adquisitivo y sus funciones como medio de cambio, reserva de valor y unidad de cuenta, al tiempo que facilitó las condiciones para una dolarización de facto, manifestada en el mercado informal. Esta situación llevó al país a diseñar un grupo de medidas para reactivar la economía, reinsertarla en el mercado internacional y atender los importantes desequilibrios macroeconómicos.
No obstante, García subrayó que la dolarización nunca alcanzó la totalidad de la economía, pues los salarios, la seguridad y asistencia social, los servicios, los productos normados, entre otras actividades, prosiguieron en pesos cubanos.
Posteriormente, en 2003 y 2004, el nivel de recuperación económica alcanzado permitió el inicio de la retirada del dólar de la circulación y se sustituyó por el CUC (Peso Convertible). Desde ese momento en la comercialización de productos en el país coexistían las dos monedas nacionales, el peso cubano y el convertible, estableciéndose así una dualidad monetaria.
Fue entonces que en 2011, a partir de los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se orienta la unificación como parte del proceso de ordenamiento monetario en la nación.
Por su parte, el especialista de la Dirección General de Políticas Económicas del BCC, Ian Pedro Carbonell, consideró que el fenómeno de la dualidad tiene en la actualidad problemas subyacentes que deben solucionarse con prontitud.
Al respecto, Carbonell -citado por el diario Granma- refiere la dualidad monetaria en sí, y la cambiaria, que establece tipos de cambio diferentes entre las monedas nacionales, y entre ellas y las divisas extranjeras, lo cual genera distorsiones en el sector empresarial y en la forma en que la población interactúa.
A su vez, la especialista del BCC Karina Cruz opinó que un entorno ideal para el reordenamiento monetario en la estabilidad de la moneda nacional, debe darse bajo la premisa de garantizar los procesos de emisión de dinero en correspondencia con la evolución de la economía real o productiva.
Ian Pedro y Karina Cruz. Foto: periódico Granma
Así, estimó, un escenario favorable para que el peso cubano pueda cumplir con sus funciones y se logren preservar los equilibrios macroeconómicos, implicaría un tipo de cambio que acerque la oferta y la demanda de divisas; la existencia de reglas claras de emisión monetaria y la disciplina entre los ingresos y gastos del Gobierno (control del endeudamiento público), entre otras variables.
En tanto, el asesor del Ministerio de Economía y Planificación Lázaro Toirac también coincide en que bajo las actuales condiciones la unificación supone un reto, aunque -acotó- no se puede seguir avanzando en este mundo complejo con instrumentos obsoletos.
Para Toirac, cuyas declaraciones fueron divulgadas por Cubadebate, el país necesita una economía que envié las señales correctas, ya sean buenas o malas.
A su juicio la mayor complejidad no es la presencia de dos monedas, sino la existencia de cambios diferentes, uno para la población (25 CUP = 1 CUC = 1 USD), y otro para las personas jurídicas (1 CUC= 1 CUP = 1 USD), lo cual genera confusiones en las mediciones de los costo reales en la actividad empresarial, al tiempo que distorsiona las señales en el mercado internacional y los análisis de rentabilidad.
Asimismo, la tasa vigente desestimula al sector exportador y disfraza la solvencia real de muchas empresas, por lo que una vez superado este escollo éstas deberán recibir los incentivos correspondientes, mientras a las importadoras se les encarecerán las compras, lo cual provocará un giro hacia mercado interno.
Llegado el día cero, si dudas el peso cubano (CUP) –la moneda que quedará en circulación- se devaluará, pero se acercará de manera real a una tasa de cambio reconocida frente a las divisas internacionales y habrá mayor claridad y transparencia en las transacciones y sobre la actividad empresarial y productiva de la nación. (Tomado de PL)