XIII Festival Mundial de la JUventud y los estuaidntes en Pyongyang
por coronel (r) Nelson Domínguez Morera (Noel)*
Cuando la República Popular Democrática de Corea (RPDC) cumple el aniversario 74 de su proclamación el 9 de septiembre, revivo cuán reluciente estuvo Pyongyang para el XIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en 1989.
En momentos en que ya se preveía el desmoronamiento del campo socialista la RPDC, siempre solidaria, acogió el magno evento de las juventudes socialistas y progresistas del mundo.
La lucha de ese pueblo fue heroica cuando enfrentó la ocupación japonesa de la península, la cual combatió desde 1932 bajo el mando de su auténtico líder Kim II Sung al frente de guerrillas, y que terminó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual quedó dividida en dos partes por el paralelo 38.
Tal división condujo a que en 1948 se establecieran dos gobiernos independientes en el Norte y en el Sur, cada uno reclamando su soberanía sobre la totalidad de la península y ello desembocó en la denominada Guerra de Corea.
La conflagración continuó hasta el 27 de julio de 1953 cuando el Comité de la ONU, los voluntarios de la República Popular China y Corea del Norte firmaron el armisticio. Una zona desmilitarizada fue establecida para separar a los dos países proclamándose después de arduo batallar la RPDC.
El 26 de junio de 1989 partió de Cuba hacia Pyongyang la delegación cubana al XIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en la cual fungí como jefe de Seguridad.
La integraron más de 600 jóvenes seleccionados entre los mejores de todos los sectores del país, presididos por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque y el primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de aquel entonces.
Dejaban atrás una verdadera contingencia surgida por primera vez en la Revolución cubana, el inicio de los procesos de las después denominadas Causa 1 y 2 en la que fueron encartados, juzgados y condenados varios oficiales de alto rango por traición a la patria debido a los vínculos con el narcotráfico internacional.
Los jóvenes integrantes de la delegación demostraron en aquellos duros días para Cuba, en la otra parte del mundo donde se encontraban, la entereza y el apego revolucionarios, la comprensión de las decisiones de la alta dirigencia del país, así como una convicción patriótica inquebrantable ante tales circunstancias.
SOLIDARIDAD Y APOYO INCONDICIONAL
Ilustraré aquella digna conducta ante los muchos desafíos afrontados y cuán inmensa resultó la solidaridad y el apoyo incondicional en aquellos momentos de ese noble y batallador pueblo hermano norcoreano.
Al segundo día de iniciado el Festival, el jefe de la Delegación, Héroe de la República y Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, tuvo que regresar a Cuba, convocado en su condición de miembro del Consejo de Estado.
Con él viajó el primer secretario de la UJC con el objetivo de participar en sensibles reuniones de ese órgano gubernamental, convocadas por su presidente, en aquellos momentos el Comandante en Jefe Fidel Castro, para valorar los hechos y las posibles condenas a los principales transgresores.
Los jóvenes de la delegación pertenecientes al Ministerio del Interior, así como los integrantes de las Direcciones Generales de Inteligencia y Contrainteligencia que conformaban el grupo operativo de apoyo y seguridad, supieron con entereza y plena confianza en las disposiciones sobre la detención en Cuba el 2 de julio.
Esto, debido al involucramiento en los corruptos hechos de quien se había desempeñado hasta ese momento como ministro del Interior (José Abrantes) y, en función de su cargo, los había despedido en la loza del aeropuerto José Martí en La Habana solo una semana antes.
Frente a tamaña situación, el líder histórico del pueblo coreano de entonces, su presidente y primer secretario del Comité Central del Partido Comunista, Kim II Sung, encontrándose ya gravemente enfermo de la dolencia que poco después acabó con su vida, decidió visitarnos y estrecharnos personalmente la mano a cada uno.
Para ello concurrió, desde días antes de comenzar el Festival, a la llamada Casa Club, que tenía locales donde cada delegación montó sus exposiciones con motivos que la caracterizaban, y nos invitó después a todo el grupo al Palacio del Pueblo, sede del Gobierno Central, para una sesión de fotos.
Junto a él estuvieron los principales dirigentes del hermano país, entre ellos su hijo y sucesor de todos los cargos, posteriormente también fallecido, Kim Jong Il.
Kim Il Sung mostró en esa inolvidable ocasión su solidaridad y hermandad con la delegación cubana y particularmente con el Comandante en Jefe, al acudir solícito a nuestra Casa Club en Pyongyang, lo que no realizó con ninguna más.
Al estrecharle calurosamente la mano al Comandante Almeida, aún en la puerta de la instalación, le expresó a través de su intérprete, modestamente con voz pausada y firme, sólo audible para los que nos encontrábamos cerca por integrar la Jefatura de la Misión:
“He decidido venir a visitarlos a ustedes solos, porque conozco la situación tan difícil en que se encuentran y es necesario que a los amigos se les apoye en momentos tan sensibles, díganselo a Fidel”.
Recién se había dado a conocer al mundo, a través de una serie televisiva “La CIA contra Cuba”, la actividad de los Servicios Especiales Norteamericanos contra la Revolución cubana y la manera en que la contrainteligencia del país se las ingenió para infiltrarlos y desarticularlos, a través de la eficiente penetración de más de 27 agentes dobles, haciéndolos pasar por hombres leales a ellos, cuando en realidad eran nuestros.
Uno de ellos, el italiano Mauro Casagrandi, exembajador de la República de Malta en La Habana, fue designado para acompañar nuestra delegación a aquel Festival, dado que ya se había hecho pública su labor a favor de Cuba.
A pesar de las múltiples explicaciones dadas a los homólogos de los Servicios Especiales de la RPDC, así como a las multitudes que cada día se aglomeraban en el stand cubano donde Mauro Casagrandi hacía sus denuncias, no se lograba hacer entender del todo que se trataba de un hombre leal a la causa cubana, quien logró infiltrarse en las filas del enemigo.
Ante tal situación, se decidió regresarlo a Cuba, medio clandestino y con otro pasaporte, para evitar mayores dificultades.
Otra anécdota: a la cantante emérita Sara González, quien presidía la encomienda cultural, se le asignaron papeles estelares en su quehacer artístico, que allí fueron arduos e intensos, debido a lo cual en reiteradas ocasiones quedaba afónica por el enorme esfuerzo vocal realizado.
Para ayudar a mejorarle la voz, aprovechaba el complejo acceso al edificio de residencia a fin de acompañarla y compartir con ella buenas dosis de ron con miel de abeja, criollo remedio para aliviar la ronquera.
SOLUCIÓN A LA CRIOLLA
La delegación cubana se propuso -y logró- evitar la condena a China por los distorsionados sucesos en la Plaza de Tiananmén.
No fue fácil, primero se discutió duro con las delegaciones del ya resquebrajado campo socialista, aunque solo apoyaron los coreanos y los participantes de la entonces República Democrática Alemana.
Incluso, los representantes del resto de los órganos de la Seguridad de los países socialistas, que en dos visitas anteriores a Pyongyang, en 1988, se comprometieron a apoyar, se retractaron a la hora de la verdad.
Solución a la criolla: una sonada y atronadora conga cubana al ritmo de los allí presentes Guaracheros de Regla que integraban la delegación, estremeció la plaza donde los detractores se habían dado cita para inculpar a los chinos.
Así, la comparsa con una gran parte de los asistentes cubanos irrumpió desenfadadamente en la plaza y arrastró con su singular compás a todos los presentes, quienes bailando al ritmo y movimientos que cada cual creyera era el más idóneo, de conjunto con nosotros coreaban el estribillo: “Chiiinoooos, chiiiinoooos… ahí vienen los guaracheros, arrollando con los chinos…”.
El 8 de julio la delegación cubana al XIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes emprendió el viaje de regreso a la patria, victoriosa, con todas sus misiones cumplidas, muy a pesar de los sensibles momentos vividos, pero orgullosa de sus convicciones y de haber puesto en alto el nombre de Cuba, para lo cual contó con el solidario respaldo del gobierno y partido del hermano pueblo norcoreano. (Tomado de PL)
*Cumplió responsabilidades en los cuerpos de la Seguridad del Estado