por Ramit Singh Chimni*
Es innegable que estamos al borde de una crisis civilizatoria. Una crisis que es el resultado de nuestras propias elecciones. Elecciones que llevaron a nuestra generación a desencadenar una enfermedad tan grave, que tuvimos que estar encerrados en nuestras propias casas durante dos años, luchando por la comida, el oxígeno y la vida.
Elecciones que se remontan a la aparición del dinero, cuando la codicia se apoderó de gran parte de nuestra población y decidimos descaradamente que el dinero era más importante que la vida humana.
Fuimos sometidos a una narrativa que nos hizo creer que las grandes corporaciones y los gobiernos capitalistas nos traerían el desarrollo, y que el desarrollo es más importante que el bienestar, la paz, la libertad y la igualdad. Se nos prometió la felicidad a través de las cosas que se sabe nunca la traen.
Lo que me sorprende no es que hayamos tomado progresivamente las decisiones equivocadas, sino que nos lo hayan recordado una y otra vez, a lo largo de la historia, personas que dedicaron tiempo y esfuerzo a estudiar nuestro mundo, y sin embargo, empezamos a olvidarlas.
MARTÍ, UN VISIONARIO
José Martí, un visionario entre este conjunto de personas a lo largo de la historia, nos recordó a lo largo de su vida y más allá, a través de sus enseñanzas y escritos, que la felicidad sí existe en la Tierra, pero que sólo se puede alcanzar mediante el ejercicio de la razón, el conocimiento de la armonía del Universo y la práctica de la generosidad constante.
Y, sin embargo, nuestras elecciones nos alejaron de la razón, de la armonía y mucho más de la generosidad.
Nos enseñaron a sustituir la razón por el impulso, la armonía por la rivalidad y la generosidad por la avaricia. Porque el capitalismo necesita del impulso, la rivalidad y la codicia para sostenerse.
Y al capitalismo le conviene mantenernos así y, a cambio, nos da comodidad. Y sin embargo, esta comodidad viene con una condición. No podemos utilizar esta comodidad para ser libres, amables e iguales.
No podemos usar esta comodidad para dar comida a los hambrientos y medicinas a los enfermos. No podemos utilizar esta comodidad para viajar a la Cuba de Martí, o incluso para hablar con el pueblo de Cuba por teléfono desde la India.
Esta comodidad es una mentira. Porque, en realidad, no es conveniente atender las necesidades de los demás cuando nosotros mismos estamos necesitados.
En realidad, establecer el equilibrio es inconveniente, porque requiere que miremos al mundo sin las fronteras de la política y el comercio, y que lo veamos como la patria de la humanidad.
POR EL EQUILIBRIO DEL MUNDO
Organizar esta conferencia sobre el Equilibrio Mundial, tampoco es algo conveniente, lo sé, porque sé que la vida en Cuba no es conveniente. Y también sé que Martí no vivió una vida cómoda.
En los últimos años que he pasado entendiendo a Martí, leyendo sus escritos, hablando con personas que lo han conocido y de sus principios, y en el trabajo que he tenido la oportunidad de hacer como Presidente del jurado del Premio Internacional Unesco/José Martí, encontré una fuerte fuerza en sus pensamientos equilibrada con la bondad en sus acciones.
Este equilibrio surgió de una vida de privaciones, y las privaciones surgieron de un desafío a la maquinaria que buscaba dividir al mundo, y a su Patria, por la codicia de unas pocas personas.
Martí ha sido inmortalizado a través de su lucha y el consiguiente logro de liberar a Cuba de esta maquinaria. Y, sin embargo, hay una gran parte del mundo que sigue controlada por esta máquina bien engrasada.
En la superficie, uno puede ver que esta máquina tomó la forma del capitalismo defectuoso -uno puede decir que en los tiempos de Martí esta máquina tomó la forma de la Inquisición Española.
Pero, al igual que Martí luchó por algo mucho más profundo que liberar a Cuba de España, la nuestra es también una lucha más profunda.
Nuestra lucha es contra la historia que nos enseñaron, cuando nos hicieron creer que la economía y el comercio definen cómo vivimos nuestras vidas.
Nuestra lucha es con las emociones que fueron manipuladas por el mercado, el sistema educativo, los medios de comunicación, el sistema judicial y por las estrategias de resolución de conflictos, todo ello resultado de un pensamiento transaccional.
Nuestra lucha es por reclamar lo que consideramos importante y cómo pretendemos conseguirlo.
Una de las herramientas más importantes en nuestra lucha es el don de la retrospectiva. Aunque todas las sociedades de este mundo luchan contra sus propias deficiencias, siempre nos corresponde a nosotros reconocerlas y avanzar conscientemente.
Por desgracia, en el caso del capitalismo, esas deficiencias han sido devastadoras, por lo que es crucial que todos reconozcamos el alcance de esa devastación.
Creo firmemente que la V Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo (del 25 al 28 de enero en La Habana) va a ser un espacio donde la gente se reunirá bajo un mismo techo como amigos y aliados, que todos pueden ver esta lucha por lo que es.
Porque como Martí y los martianos, no estamos luchando sólo contra las corporaciones o los gobiernos, sino contra la indiferencia hacia un mundo desequilibrado. Nuestra lucha es una misión para la humanidad y para todos los seres humanos que forman parte de ella, a través de la colaboración.
Esta conferencia por el equilibrio del mundo es, por tanto, un recordatorio, una vez más, en el espíritu del Gran Colaborador, Martí, para volver a encontrar la fuerza en nuestros pensamientos y la bondad en nuestras acciones. (Tomado de PL)
*Presidente del jurado del Premio Internacional José Martí de la Unesco