El 12 de junio de 1992, en la Cumbre de Río, Fidel se convirtió en un vocero para denunciar la destrucción del planeta.
Por Ms. C. Abel Aguilera Vega
La Cumbre de la Tierra o Cumbre de Río, fue un evento organizado por las Naciones Unidas entre el 3 y el 14 de junio de 1992. Constituyó un momento importante en la aspiración de lograr un equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de los gobiernos y pueblos.
Participaron delegaciones de todos los países reconocidos por la ONU en ese momento y logró reunir a un total de 108 Jefes de Estado y de Gobierno. Lo más trascendental es que se tomaron decisiones en post de la protección del Medio Ambiente, como la adopción de la Agenda 21, que consistió en un plan de acción que tuvo como finalidad metas ambientales y de desarrollo en el siglo XXI.
La Marcha de los oprimidos
Pero no todos los gobiernos entendieron la importancia de la Cumbre y la urgencia de salvar a la Madre Naturaleza de la avaricia y la destrucción a la que ha sido sometida por el hombre.
El gobierno de Estados Unidos, presidido por George Bush y en pleno auge de sus políticas neoliberales intentó torpedear las iniciativas de otros gobiernos, el derecho de las poblaciones a la conservación de sus recursos naturales, así como negar la responsabilidad de las naciones ricas en la búsqueda de un desarrollo sustentable y las conclusiones misma de la reunión. Con ello intentaba negar el derecho al desarrollo del resto del mundo, principalmente los más pobres, que son los más afectados con el deterioro del Medio Ambiente.
La postura egoísta de los Estados Unidos provocó la protesta de los participantes en la Cumbre, que se hizo sentir en las calles de Río de Janeiro. Esta manifestación masiva congregó alrededor de 50 mil personas y es conocida como la Marcha de los Oprimidos. Gestada por varias organizaciones sociales intentó llamar la atención sobre los impactos negativos del modelo económico neoliberal en los países en desarrollo y en las comunidades más pobres y vulnerables. También denunció la falta de compromiso de los líderes mundiales para abordar los problemas ambientales y sociales globales. Fue un llamado a la acción a la solidaridad entre los pueblos oprimidos del mundo.
La misma partió de la Iglesia de la Candelaria hasta el Parque Flamingo, sede de la Cumbre e hizo una escala frente al Consulado de Estados Unidos para condenar su postura antiambientalista.
Fidel en la Cumbre de Río
Tal vez uno de las piezas oratorias más memorables del Comandante en Jefe Fidel Castro, sea precisamente la que pronunciara el 12 de junio de 1992, en la Cumbre de Río. Fidel fue contundente y se convirtió en un vocero para denunciar la destrucción del planeta, alertó sobre el peligro que se cernía sobre el hombre, una especie que se enfrenta a su desaparición. Señaló la necesidad de una mejor distribución de las riquezas y de la aplicación de la tecnología para el desarrollo, y no para el lujo y el despilfarro que promueven las sociedades consumistas.
Para Fidel la presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir, aún a costa de la naturaleza y no es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, que fueron colonias hacía pocas décadas y naciones explotadas y saqueadas actualmente, por un orden económico mundial injusto.
Las palabras del máximo líder de la Revolución cubana no fueron demagógicas. Como respuesta a su llamado ambientalista y a la protección del hábitat humano en 1994 se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, el cual fortalece la protección del entorno y asegura la supervivencia y el bienestar de las generaciones actuales haciendo más racional la vida humana. En 2017 se aprobó la Tarea Vida, dirigida al enfrentamiento al cambio climático, así como fue contemplado en la Constitución de 2019 la protección del Medio Ambiente, como una prioridad del Estado, por solo citar algunos ejemplos.