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Por Alfredo García Almeida*
Presumiendo falsa autonomía, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, propuso a principio de año un plan multianual de asistencia militar de 100 mil millones de dólares para Ucrania en los próximos 5 años, ante la posibilidad de que, Donald Trump, regrese a la Casa Blanca. Asimismo, Stoltenberg planteó que la OTAN, asumiera la coordinación del envío de armas a Kiev, que ahora ejerce el Grupo de Rammstein, dirigido a distancia desde el Pentágono.
Tras una década en el cargo, Stoltenberg deberá dejar su cargo el próximo 30 de septiembre. La Cumbre debe nombrar al próximo secretario general de la Alianza y avanzar en el camino de Ucrania hacia la OTAN.
La Alianza como organización, no envía armas o dinero a Ucrania, son sus miembros los que lo hacen, de forma coordinada y a nivel individual. La propuesta de Stoltenberg, obviamente indicada por Washington, fue rechazada por los 32 aliados europeos, revelando las irreconciliables diferencias con el “comandante en Jefe”, al mismo tiempo que cierran un acuerdo más reducido en tiempo y forma: 40.000 millones para 2024, mientras ultiman los detalles hacia la cumbre en Washington los días 9 y 11 julio.
El Congreso estadounidense, desbloqueó recientemente un macropaquete de 60.000 millones de dólares, por lo que la meta fijada para este año, ya está asegurada. Lo que quiere hacer la OTAN, es crear un desglose detallado de cuánto pone quién y para qué. Estados Unidos supone el 50% del PIB, por tanto, sus aportaciones deberían ser proporcionales.
Con ello, (EEUU) busca hacer un reparto de cargas más “justo”, salvar la cara de la OTAN y dar certidumbre a Ucrania.
También en esta cita, se espera que den luz verde a la misión de entrenamiento de soldados ucranianos. Será en territorio aliado, concretamente en Polonia. Sin ir tan lejos como Francia, que ha decidido de forma unilateral, destinar a instructores a suelo ucraniano para que adiestren a las tropas.
En cuanto al camino de Ucrania hacia la OTAN, la última cumbre celebrada el año pasado en la capital lituana de Vilna, el consenso fue, que el país no puede formar parte de la Alianza mientras las armas continúen sonando. La fórmula alcanzada, fue incluir en la declaración política una referencia ambigua a que se abriría la puerta al país, “cuando se den las condiciones oportunas”.
También en esta cita se espera que den luz verde a la misión de entrenamiento de soldados ucranianos. Será en territorio aliado, concretamente en Polonia. Y no irán tan lejos como Francia, que ha decidido de forma unilateral, destinar a instructores a suelo ucraniano para que adiestren a las tropas. Otro importante tema de la agenda de la cumbre de la OTAN, será la “autorización” a Ucrania de utilizar las armas donadas, para atacar el territorio ruso. Así lo han expresado todos los países a excepción de Italia.
Trascendió que la próxima declaración de Washington, está bajo la presión de encontrar ir más allá, sin cursar la invitación oficial a Kiev de entrada a la OTAN. La alternativa que se está abriendo camino tranquilizando a Kiev y mostrando músculos a Moscú, es la de subrayar el camino “irreversible” de Ucrania a la OTAN.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.