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Por: Alfredo García Almeida*
Daniel Goldman, socio fundador de Goldrock Capital, actualmente copresidente de la Coalición para el Empleo Haredí, escribió un artículo de opinión el pasado lunes en el periódico israelí, The Jerusalem Post, titulado: “Cómo la agenda “Estados Unidos primero” de Donald Trump, podría volverse en su contra”.
“Lo que estamos presenciando podría llamarse el “bumerán nacionalista”: cuando el nacionalismo exagerado de un país, desencadena respuestas nacionalistas defensivas en otros lugares”, afirmó Goldman: “En un sorprendente giro de ironía política, el triunfo nacionalista de Donald Trump, en Estados Unidos, parece estar socavando los mismos movimientos populistas que ha inspirado en el extranjero. En ninguna parte es esta paradoja más evidente que en Canadá, donde la retórica despectiva del expresidente sobre el “estado 51” y sus agresivas amenazas arancelarias, han catalizado un cambio dramático en la fortuna política”.
Y continúa Goldman: “Este no es un fenómeno exclusivo de Canadá, con efectos similares en el Reino Unido y Australia. La naturaleza ultraviril del segundo gobierno de Trump y su profunda diplomacia aislacionista, están redefiniendo el patriotismo en sus aliados más cercanos, brindando a los políticos liberales la oportunidad de brillar”.
“Cuando Trump se refirió casualmente a Canadá como el "estado 51" de Estados Unidos en diciembre de 2024, pocos predijeron el enorme impacto político que este comentario despreocupado desencadenaría. Casi de inmediato, las encuestas mostraron un cambio notable para el Partido Liberal, con una tendencia fortaleciéndose bajo el liderazgo de Mark Carney. Para abril de 2025, lo que antes parecía una victoria conservadora inevitable se ha transformado en una ventaja liberal dominante.
“La ironía es innegable: Carney encarna todo aquello a lo que se opone la derecha populista. Exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, exmiembro de la junta directiva del Foro Económico Mundial y asesor de las Naciones Unidas sobre cambio climático, encarna al establishment financiero internacional: la misma "élite globalista" que Trump y su arquitecto ideológico, Steve Bannon, han denunciado durante su carrera. Según la lógica populista convencional, Carney debería ser la kriptonita política en nuestra era antisistema, antiélite y antiexpertos.
“Sin embargo, la retórica de Trump ha logrado lo que parecía imposible: transformar a un banquero central tecnócrata en un defensor de la soberanía e identidad canadienses. Cuando Carney respondió contundentemente: «Estados Unidos no es Canadá. Y Canadá nunca, jamás... será parte de Estados Unidos de ninguna manera», captó un creciente sentimiento nacional que ha trascendido las divisiones partidistas tradicionales”.
Esta dinámica no se limita a Canadá. En el Reino Unido, Nigel Farage, quizás el populista más reconocido de Europa, un entusiasta partidario de Trump y artífice del Brexit, se encuentra en una posición cada vez más insostenible. Tras haber hecho campaña abiertamente por Trump y haber compartido su plataforma antiinmigración y antiprogresista, Farage ahora lidia con la incómoda realidad de la controvertida relación de Trump con Vladimir Putin y su enfoque agresivo hacia sus aliados tradicionales. Por lo tanto, junto con los ataques personales de Elon Musk al primer ministro británico y su apoyo a Tommy Robinson, el trumpismo se ha vuelto tóxico”.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.