Por Yailé Balloqui Bonzón (Juventud Rebelde)
América Latina y el Caribe tuvo, sin dudas, un antes y un después de aquel 3 de diciembre de 2011 cuando quedó formalmente constituida, en Caracas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y se marcó la trascendencia de un bloque que nació para propiciarnos la unidad dentro de la diversidad que caracteriza a quienes habitamos esta región.
Voz propia y poder de decisión sin interferencias externas, son las posibilidades que se nos han abierto dentro del primer mecanismo de concertación política e integración de esta naturaleza en la región y que nació para perfeccionar nuestra completa independencia.
Y es que poco tiempo antes de su fundación no muchos apostaban por la conformación de algo semejante. Pero la realidad comenzó a cambiar y la conexión entre las naciones de la América Nuestra se hizo palpable. Por iniciativa del ex mandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, el 17 de diciembre de 2008, en Salvador de Bahía, Brasil, por primera vez, en más de 200 años, los representantes de los 33 Estados que conforman la región, se sentaron a la mesa a debatir por sus propios intereses sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.
Se reunían el Grupo de Río —cita en la que Cuba participó en carácter de invitada— y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), cuyos debates se centraron en la integración y el desarrollo regional. Ahí se concretó el primer peldaño de lo que vendría más adelante.
La gestación de la Celac se inició el 23 de febrero de 2010 en la Riviera Maya, México, y su feliz nacimiento tuvo lugar el 3 de diciembre de 2011 en Caracas, en el marco de la III Cumbre de la CALC y la XXII Cumbre del Grupo de Río, culminando así el proceso de convergencia de ambas entidades dentro de la Celac.
De esta forma, se estableció un mecanismo que busca profundizar la integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe, basado en el pleno respeto por la democracia y los derechos humanos.
La cita fundacional de Caracas está considerada uno de los eventos más importantes celebrados en la región a la cual asistieron la totalidad de los Jefes de Estado, quienes aprobaron entre varios acuerdos los puntos estructurales de la organización.
Como eterno anfitrión del histórico encuentro y uno de los mayores impulsores de este espacio de unidad, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en el discurso inaugural de la Cumbre calificó al acontecimiento como primordial para la unidad y la independencia sudamericanas. «¿Hasta cuándo vamos a ser nosotros la periferia atrasada, explotada y mancillada? Estamos poniendo aquí la piedra fundamental de la unidad, la independencia y el desarrollo sudamericano. Vacilar sería perdernos», afirmaba entonces el líder bolivariano.
Al término de la reunión, Venezuela traspasó la presidencia rotativa de la Celac a Chile, país que organizaría la I Cumbre de la organización en enero de 2013. Para el año siguiente Cuba fungió como anfitrión de la segunda cita, una posterior tuvo lugar en Costa Rica, a inicios de 2015 y ahora será en Ecuador.
Por cuarta ocasión
En la denominada «mitad del mundo», en la sede en Quito, Ecuador, de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), los jefes de delegaciones de los 33 Estados miembros se reunirán por cuarta ocasión, el próximo 27 de enero, para analizar acuerdos anteriores y trazar nuevas estrategias.
Durante su aún corta existencia, lo que más distingue a la Celac y la hace cualitativamente distinta frente a otros bloques, es su enfoque hacia los ámbitos social y político. En el primero, porque en el centro de los propósitos se ubica el bienestar del hombre, mientras en el ámbito político, por primera vez se escucha la voz y los genuinos intereses de la heterogeneidad de Estados aglutinados en ella.
En medio de ese contexto, se abordarán asuntos que siguen lacerando a muchas de nuestras naciones y para ello está prevista la aprobación de 24 declaraciones especiales referentes a la reestructuración de la deuda soberana, la lucha contra la corrupción, la seguridad alimentaria, el cambio climático y la lucha contra el terrorismo, entre otros aspectos.
Además se analizará la diversificación y modos de funcionamiento de los mecanismos de cooperación de la Celac con China, Rusia y la India, al tiempo que se debatirá en torno a la necesidad de que las migraciones en la región sean regulares, ordenadas y seguras, así como el rechazo a las políticas selectivas de países externos que tratan a los migrantes de forma diferenciada según su origen.
Cuba será otro tema en la mirada de los participantes, que reafirmarán, como en las citas anteriores, el rechazo al bloqueo que mantiene Estados Unidos contra la Isla y harán un llamado al presidente Obama para que utilice sus facultades ejecutivas en función de modificar su aplicación, y al Congreso estadounidense para que levante el cerco económico, comercial y financiero.
Igualmente, se espera que la IV Cumbre reafirme la posición de la Celac sobre la devolución a Cuba del territorio que ilegalmente ocupa la base naval de Estados Unidos en Guantánamo.
La Celac dentro del contexto internacional
Trascendental interés para las naciones de América Latina y el Caribe ha constituido el foro Celac–China, mecanismo que se gestó en la Cumbre de La Habana para luego echar a andar en enero de 2015 en Beijing y que en su declaración resumió el consenso político entre ambas partes.
El evento de inicios del pasado año sirvió como plataforma para aprobar un plan quinquenal de cooperación y los reglamentos del nuevo organismo bilateral, al tiempo que se acordó la próxima cita en Chile para el 2018.
En torno a las relaciones entre el gigante asiático y la región latinoamericana y caribeña, también tuvo lugar, entre el 7 y el 9 de diciembre últimos, el primer encuentro entre representantes del Partido Comunista de China (PCCH) y de partidos políticos de la región.
Especial cuidado presta el mecanismo a sus relaciones con grupos homólogos alrededor del mundo. Tal es el caso de la Unión Europea (UE) y con ese grupo realizó, en junio pasado en Bélgica, la II Cumbre Celac-UE. Sus documentos finales plantearon el compromiso de ampliar los nexos bilaterales basados en los vínculos históricos de ambos, así como se plasmó el rechazo al bloqueo que Estados Unidos impone a Cuba y sus efectos extraterritoriales.
Pequeños Estados insulares, altamente vulnerables a los efectos del cambio climático, conforman la Celac que, desde su creación, ha puesto especial atención a las consecuencias de este mal y la necesidad de crear acuerdos jurídicamente vinculantes a nivel global que mitiguen sus nefastos efectos.
París, la capital francesa, fue escenario, en diciembre último, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), donde la Celac plasmó su posición, en la cual patentizó que el deterioro del clima compromete las posibilidades de los países de la región de erradicar la pobreza y alcanzar el desarrollo.
América Latina y el Caribe en paz
Emanada de la Cumbre de La Habana, la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz resulta imprescindible en medio de un contexto mundial adverso, que tiene en las guerras y el terrorismo su Talón de Aquiles, y padece de amenazas injerencistas desde el exterior .
Ese importante texto regirá también cada una de las actividades de esta cuarta cita, pues se trata de un material que parte del respeto a la diversidad como base de las relaciones entre América Latina y el Caribe y el resto del mundo.
La promoción en la región de una cultura de paz, así como el compromiso de respetar el derecho de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, son elementos defendidos por ese documento que hoy constituyen logros indispensables.
Otro de los puntos importantes del texto muestra el compromiso permanente con la solución pacífica de controversias, a fin de desterrar para siempre la amenaza y el uso de la fuerza en nuestra región.
Y demostrando el compromiso con esos objetivos, la cita quiteña prestará especial atención a los progresos en las negociaciones de paz que tienen lugar en La Habana entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP, y apoyará la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas frente al Reino Unido.
En torno al conflicto colombiano, Gobierno y guerrilla anunciaron recientemente un mecanismo de monitoreo y verificación del futuro alto el fuego bilateral y definitivo, que incluirá a la propia Celac y a la ONU.
Todos somos testigos de que el momento actual que vivimos es distinto al que lucía la región en 2011 cuando vio la luz la Celac. En aquel momento crecían y estaban pujantes Gobiernos progresistas y de izquierda que apostaban a una Latinoamérica y un Caribe distintos y soberanos.
Hoy, el contexto político ha cambiado y la derecha —auspiciada y manipulada desde el Norte— pretende hacer fuerza y torcer la realidad en naciones como Venezuela, Argentina y Brasil; se amenaza a Bolivia y a Ecuador. Se torna entonces imprescindible seguir apostando por un mecanismo como la Celac.
Es por ello que, como afirmara el Presidente cubano Raúl Castro durante su discurso en la más reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en referencia a esta comunidad, «en medio de este contexto regional riesgoso y complejo, resulta esencial defender la unidad de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) como mecanismo indispensable, legítimo, unitario y diverso de concertación política e integración, que ha hecho posible reunir por primera vez, bajo un propósito común, a los 33 Estados de Nuestra América».
Sobre las bases que nos identifican a cada uno de sus miembros la Celac tiene que seguir siendo el auténtico y más trascendente conglomerado unitario regional. Este es el único espacio donde la voz de América Latina y el Caribe se puede y debe escuchar como una sola.