Por Dairon Caballero Heredia.
Este año 2022 fue estremecedor para Cuba. Estuvo marcado por sucesos y fenómenos atmosféricos con impactos inesperados. Secuelas severas en el plano material, emocional y en la memoria de la mayor Isla de las Antillas.
Muchas familias cubanas este fin de año tendrán una foto incompleta. La ausencia y necesidad del abrazo de un ser querido. Una fecha de celebración pero con vacíos insuperables, con el recuerdo doloroso de quienes, sin imaginar, partieron a otra dimensión, a la de la eternidad.
Fatídicos acontecimientos hicieron historia por las vidas que arrebataron, las noches de desvelo, las búsquedas y fatigas por salvar la esperanza, por el dolor y la tristeza que causaron. Uno de los peores: la explosión en el Hotel Saratoga, el viernes 6 de mayo, cerca de las 11:00 am en la capital.
Un escape de gas GLP (mezcla de butano y propano) en algún punto entre la línea de abastecimiento, o sea, la manguera del camión de combustible o la fuente receptora (la bala de gas del hotel) alcanzó los límites de inflamabilidad y por una ignición ocasionó una desgracia en la instalación hotelera, próxima a reinaugurase, el 10 de mayo. Tras una bola de humo que duró unos segundos se reveló el rostro más oscuro de ese punto urbano entre el municipio de La Habana Vieja y Centro Habana.
La onda expansiva del siniestro afectó considerablemente edificaciones aledañas: Iglesia “El Calvario”, la escuela primaria “Concepción Arenal”, el Teatro Martí, la sede de la Asociación Cultural Yoruba en Cuba, varios apartamentos del fondo habitacional así como el edificio 609 de Prado . A su vez resultaron afectadas 22 familias de la comunidad, las cuales aún se encuentran ubicadas en la Villa Panamericana, otra área residencial en donde son atendidos por el gobierno.
Lo más triste fue el fallecimiento de 47 personas y más de 90 lesionados. Entre las víctimas se reportó un extranjero, procedente de España, 6 hombres, 22 mujeres, 4 menores y una embarazada. En su mayoría eran trabajadores del Saratoga que preparaban la entidad para la fecha de su reapertura. Las personas quedaron sepultadas bajo los escombros.
Durante más de 150 horas de labor de salvamento y rescate fueron hallados todos los cuerpos del accidente. Las operaciones fueron realizadas en conjunto entre bomberos, policías, integrantes de la Cruz Roja, paramédicos y miembros del SIUM (Sistema Integral de Urgencias Médicas) y otros grupos de apoyo. Actualmente en el lugar de los hechos se acomete una reparación capital. Esa travesía terminó con una vigilia de todos frente al Hotel Saratoga y el decreto de duelo oficial.
Entre los primeros días de junio La Habana volvía a estremecerse. En esta ocasión con lluvias torrenciales que implicaron la movilización de los consejos de defensa y la participación activa del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil. Hubo peligrosas penetraciones del río Almendares y más de 100 derrumbes entre totales y parciales, fundamentalmente en viviendas y comunidades vulnerables.
Viernes 5 de agosto. Otro accidente, en esta ocasión de carácter industrial, dejaba nuevamente en vilo a todo un país: un incendio de grandes proporciones en la base de Supertanqueros de la occidental provincia de Matanzas. Tres grandes explosiones se convirtieron en azotes a la tranquilidad y cada pequeña combustión que le sucedía, un sobresalto constante.
Los ojos de Cuba y el mundo estaban puestos sobre el peor acontecimiento de su naturaleza en la historia de la nación caribeña. Fue un incendio que, según la escala nacional, asumió una categoría de Q-105, el más peligroso.
Comenzó en el tanque que se conoció popularmente como 2, con número 52 de reserva de petróleo ubicada en la empresa comercializadora de combustible conocida como base de Supertanqueros. Los especialistas consideran que el impacto de una descarga eléctrica durante una tormenta en uno de los 8 tanques de almacenamiento de crudo fue el detonante del desastre, en ese centro de acopio de crudo, el más grande y estratégico del país para alimentar las plantas termoeléctricas. .
El fenómeno arrasó con 4 tanques con capacidad para almacenar 50 millones de litros de combustible. Más de 120 personas sufrieron lesiones. Robó 16 vidas, de las cuales 14 estuvieron desaparecidas por varios días. La mayoría eran bomberos y reclutas del Servicio militar. Fueron rescatados varias mascotas. Aunque el medio ambiente quedó muy afectado por la contaminación a causa del vertimiento y quema del crudo, el hollín y las altas temperaturas.
La solidaridad entre provincias y países fue clave para lograr controlar el incendio en cerca de 5 días, aunque quedaban fogonaduras y algunos focos que fueron apagados de forma paulatina. A esta prioridad se sumó la de encontrar el cuerpo de los desaparecidos.
Todo el proceso entre la extinción del incendio y la búsqueda e identificación de los cuerpos duró desde el 5 hasta el 17 de agosto. Hubo que esperar que se extinguiera aquel monstruo de hollín para realizar la búsqueda. Fueron jornadas de mucha tensión nacional.
De acuerdo a los datos de medicina legal el fuego estuvo entre mil y 2 mil centígrados. Fueron estudiados 1699 metros cuadrados para identificar a las victimas desaparecidas. Los peritos trabajaron de forma ordenada. Costó mucho descubrir los restos bajo el coque: crudo que luego de derramarse en el suelo fue perdiendo propiedades y se convirtió en el sedimento bajo el cual se encontraron más de 754 restos óseos mediante los cuales se organizaron 14 agrupaciones correspondientes a los 14 desaparecidos.
Los restos de los cuerpos estuvieron sometidos a altas temperaturas por lo cual fue imposible identificarlos a través de análisis de ADN, o sea, estudio de biología forense. Se logró una identidad relativa o parcial mediante prendas pues las huellas y otras características perdieron valor investigativo.
La extinción total del siniestro fue posible por el apoyo de Venezuela y México con aviones, helicópteros y barcos. A su vez, se contó con la ayuda de la mayoría de las provincias del país con brigadas especializadas en diferentes áreas que se vieron impactados en el accidente.
Como parte de las acciones tres aeronaves MI-17 volaron para refrescar las zonas exteriores y evitar que le fuego se propagara más allá de donde estaba, cercar en anillo, humedecer los lugares en donde había que combatir la expansión para que no se fuera del alcance. Se dispararon y atacaron los focos directos. Fueron empleados remolcadores por el mar. La variación del clima fue un riesgo latente.
El martes 27 de septiembre, el paso del potente Huracán Ian por Cuba también estremeció al país. Fenómeno intenso cuya pared del ojo penetró a las 3:30 am por La Coloma, en Pinar del Río, con categoría 3 y viento de 185 km por hora, muy favorecido por la zona del Mar Caribe. También fueron afectadas las provincias de Mayabque, Artemisa y La Habana.
En tierra cubana Ian alcanzó los 205 km/h y azotó durante toda la madrugada a Pinar del Río y Artemisa, y salió sobre las 10 am, por la costa norte, en Puerto Esperanza, Viñales. La trayectoria fue realizada desde el sur a norte. Dejó grandes destrozos, inundaciones y cortes eléctricos masivos y un apagón total de la corriente. La Isla se quedó sin fluido eléctrico.
Luego de su paso, muchos corazones solidarios se preocuparon por Cuba y Pinar del Río. Enviaron medicamentos, insumos médicos, productos de calidad para todos los servicios hospitalarios y para apoyar la recuperación de las personas afectadas.