Por Luz María Martínez Zelada

Variadas formas de enrejados en puertas y ventanas constituyen longevos protectores de bienes a la vez que, la mayoría, son atractivos custodios que por su factura y materiales, reflejan diferentes épocas de la vida en Cuba.

Remedios, ciudad que sobrepasa los cinco siglos, exhibe muchos elementos de la arquitectura colonial y aún conserva verjas de madera, exponentes de los primeros momento del uso bello y utilitario de rejas sustituidas por hierro, que abundan a todo lo largo y ancho del país.

En  urbes longevas se puede disfrutar de enrejados de un complicado entramado que semejan tejidos de encaje, con lo cual se muestra la destreza de sus fabricantes, también existen rectas y abundan las cóncavo-convexas, mientras, de forma excepcional, se hallan semicirculares.

El quehacer creativo de los forjadores se enriquece con influencia neoclásica, lo cual puede observarse en el empleo de la lira para la ornamentación.

En la medida que se avanza en el tiempo resulta curioso percibir los diferentes modelos que coexisten en una calle, un barrio o una ciudad, reflejo del tiempo, del gusto de los dueños y de su capacidad económica.

Al papel de guardianes de los bienes y las personas en hogares y centros públicos se suma su rol ornamental, como separadores de habitaciones en la arquitectura colonial y en el gusto de quienes, muchos años después, las emplean con igual interés por su belleza, sin entorpecer el paso de la luz y el aire.

Actualmente las verjas se incluyen en los gastos de construcción de una vivienda, en la mayoría de los casos, junto a llavines, pestillos y otros elementos que contribuyan al cuidado de los inmuebles.

De la misma manera que hoy se evoca la imagen romántica de los enamorados de uno y otro lado de la cancela de madera, mañana conocerán un poco de las actuales generaciones por el uso de rejas en ventanas y puertas.

(Tomado de la ACN)