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Batey Jaronú
por Miguel Febles Hernández
El antiguo central Jaronú, hoy Empresa Agroindustrial Azucarera Brasil, y el batey aledaño, arribaron este 26 de diciembre de 2021, a los cien años de existencia, vinculada casi desde su creación a las luchas por los derechos obreros en un sector que es parte misma de la historia e identidad cultural de la nación.
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Batey Jaronú. Foto: Rodolfo Blanco
La comunidad vive hoy momentos de genuina alegría, pues sus pobladores se saben protagonistas de profundas transformaciones económicas y sociales que tienen lugar en la demarcación, dirigidas a consolidar dos programas de carácter estratégico: el cañero-azucarero y el turístico.
El reto está claro: urge incrementar las plantaciones cañeras para que el central Brasil logre entrar en operaciones y servir, además, de retaguardia segura en la ejecución del proyecto de desarrollo hotelero que hoy tiene lugar en los cayos del norte de la provincia, enlazados con tierra firme por un extenso pedraplén.
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Batey Jaronú. Foto: Rodolfo Blanco
El conjunto, declarado Monumento Nacional en 2008, está conformado por el central azucarero, reconocido como el más moderno de su época, y el batey originario, construido entre 1919 y 1921, ejemplo de urbanización y coherencia en los espacios públicos, con una arquitectura de fuerte influencia del sur de Estados Unidos.
Tras un siglo de historia, el lugar ha mantenido un alto grado de integridad y autenticidad, bajo el concepto de poblado jardín, donde armonizan las viviendas de mampostería y las tejas francesas, unificadas bajo una misma línea arquitectónica, con el verde follaje de los árboles y palmeras en parques y aceras.
Tales valores casi desaparecieron de la noche a la mañana en 2017 ante la furia del huracán Irma, que vino a trastocar en cuestión de horas la vida apacible de los pobladores del batey, para convertir el lugar en un verdadero destrozo debido a los cuantiosos daños que ocasionó en el fondo habitacional y en la infraestructura.
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Batey Jaronú. Foto: Rodolfo Blanco
El llamado a salvar Jaronú se tradujo en una gigantesca movilización de constructores que en cuestión de varios meses lograron emerger al batey de las ruinas y devolverle la prestancia de antaño, toda una proeza que le hizo merecer en 2018 el Premio Nacional de Restauración.
Desde entonces, sus habitantes, junto a las autoridades locales, se han volcado de lleno a la preservación de tan apreciable patrimonio por sus valores históricos y arquitectónicos, que lo convierten en uno de los sitios mejor conservados de los centrales azucareros de Cuba. (Tomado de Granma digital)