Naturaleza desbocada

Édité par Maite González Martínez
2017-09-20 10:59:29

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Un trabajador busca víctimas entre los escombros de un edificio derrumbado tras el terremoto. Foto: Eduardo Verdugo / AP

Por: Guillermo Alvarado

A 32 años de un violento terremoto que causó miles de muertos en Ciudad de México, y apenas dos semanas después del peor sismo en un siglo que afectó varios estados del sudeste de ese país, la tierra volvió a temblar con intensidad en la nación latinoamericana hace pocas horas, al mismo tiempo que un poderoso huracán se abatía por segunda vez en pocos días sobre Las Antillas.

Pareciera que la naturaleza decidió en cuestión de poco tiempo desencadenar sus poderes en esta región del planeta, quizás como una advertencia perentoria de que es necesario cambiar nuestro modelo de vida si queremos seguir existiendo.

El Servicio Sismológico Nacional de México informó que poco después del mediodía del martes se produjo un terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter, con epicentro en el estado de Morelos y sensible en toda la zona central, incluida la superpoblada capital con más de 20 millones de habitantes.

Curiosamente poco antes había concluido un ejercicio antisísmico para conmemorar el 32 aniversario del que también un 19 de septiembre, en 1985, devastó esa ciudad con miles de fallecidos y severos daños materiales.

En estos casos el recuento de víctimas suele ser ascendente en los primeros días y al amanecer de este miércoles rondaba la cifra de 250 muertos, que lamentablemente se irá incrementando. Decenas de edificios colapsaron, entre ellos un ala de una escuela donde alumnos y profesores quedaron atrapados entre los escombros y se hacen grandes esfuerzos para rescatarlos.

El canal internacional de noticias Telesur reportó cómo tras la tragedia numerosas personas se sumaron voluntariamente a las tareas de levantar los escombros y despejar las vías para que pudieran acceder los vehículos de socorro, mientras las autoridades quedaron rebasadas ante la magnitud del desastre.

Todo esto ocurre a dos semanas de que otro movimiento telúrico de 8,2 grados de intensidad azotó el sureste de México, donde afectó a cientos de miles de familias.

Esto sucede mientras en el mar Caribe el huracán María parece dispuesto a completar la tarea destructiva del ciclón Irma, ambos fenómenos con una fuerza inusitada.

María pasó en cuestión de horas de la categoría uno a la cinco, máxima en la escala de Saffir-Simpson y se teme que su paso este miércoles por Puerto Rico pueda causar daños sin precedentes en esa isla.

Los científicos hacen una vinculación directa entre el calentamiento global y los cada vez más frecuentes grandes huracanes, debido al aumento de la temperatura del agua del mar y la acumulación de vapor en la atmósfera.

En el caso de los terremotos no hay investigaciones concluyentes, pero no se puede descartar el daño causado a la corteza terrestre por algunas técnicas muy agresivas de extracción de hidrocarburos, entre ellas la llamada “fractura hidráulica”, que consiste en romper por medio de químicos, arena y agua a presión duras capas de rocas que forman la envoltura del globo, para sacar gas y crudo ubicados debajo de ellas.

Lo dijimos en anterior comentario y lo repetimos ahora, a toda acción le sigue una reacción y la humanidad tiene que aprender a vivir con este principio, si quiere mantener el equilibrio en nuestro único y común hogar.



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