Por María Josefina Arce

En septiembre de 2015 la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible, que establece 17 objetivos que abarcan las esferas económica, social y ambiental.

El plan de acción incluye el acceso inclusivo y equitativo a la educación superior de calidad como una de las metas a conseguir, al tiempo que se menciona a la ciencia como uno de los motores generadores del conocimiento necesario para conseguir estos objetivos.

Por eso las universidades están llamadas a desempeñar un papel esencial en la consecución de estos objetivos que buscan eliminar la pobreza, el hambre y trabajar por un mundo más justo, equitativo e inclusivo.

En opinión de los expertos mucho puede aportar el sector académico y especialmente la juventud como fuerza generadora de cambios sociales. Y es que consideran que las universidades son entes para transformar la realidad, y la Agenda 2030 se trata precisamente de eso, de transformar la realidad.

Los centros de altos estudios tienen una alta responsabilidad social y capacidad para aportar al progreso y el bienestar humano, pues son un elemento clave en los procesos de producción, difusión y uso del conocimiento.

El prestigioso teólogo y escritor brasileño Frei Betto, opina que para conseguir un desarrollo armónico con las necesidades sociales y ambientales, no basta con el perfeccionamiento de las capacidades de innovación de las universidades, sino que también es necesario que la formación académica universitaria esté guiada por principios humanistas que encarnen valores como la solidaridad, la cooperación, la lucha por la justicia, la hermandad y la preservación ambiental.

En ese sentido el sociólogo y politólogo argentino Atilio Borón ha afirmado que es imprescindible reconvertir a las universidades en centros de crítica y de creación para el progreso, pues hoy son, sobre todo, dispositivos de creación de innovaciones tecnológicas que solo benefician a las grandes empresas transnacionales.

De ahí que la concreción de acciones que involucren a estas instituciones en la implementación de la Agenda 2030 estará en el centro de los debates del Décimo primer Congreso Internacional de Educación Superior Universidad 2018, que del 12 al 16 de febrero reunirá en La Habana a más de dos mil delegados de 60 países.

Como parte del evento se realizarán 14 talleres que abordarán temáticas como Universidad, Medio Ambiente, Energía y Desarrollo Sostenible; Formación Universitaria de los Profesionales de la Educación; y la Internacionalización de la Educación Superior.

Bajo el lema “La Universidad y la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”, ese sin dudas será un espacio idóneo para profundizar en el papel de las universidades en el mundo actual, una temática ya abordada en la anterior edición realizada en La Habana en febrero de 2016.

Cuba podrá dar a conocer sus experiencias en el desarrollo de proyectos que vinculan a los centros de altos estudios con las comunidades. Ese es por ejemplo, el caso de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Camaguey que trabaja en estrecha relación con los agricultores para elevar la producción y calidad de los cultivos en sus fincas y cooperativas.

Sin dudas, las universidades están llamadas a iniciar una nueva etapa en su desarrollo y proyección para recuperar a nivel mundial su papel como formadora de profesionales, generadora de conocimiento y palanca del desarrollo económico, social y tecnológico y hacer frente a los retos actuales.