El lugar más olvidado del mundo

Édité par Maite González Martínez
2019-10-16 07:11:00

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Por regla general, Haití solo salta a los titulares de la gran prensa occidental cuando ocurre un desastre de grandes proporciones, como el terremoto de 2010, o si una plaga diezma a su población u ocurre uno de los habituales cuartelazos patrocinados por una potencia, normalmente Estados Unidos.

Salvo honrosas excepciones, como la vecina Cuba que brinda de manera solidaria ayuda en salud y educación hace décadas, los haitianos suelen estar solos en su lucha cotidiana contra la pobreza, el hambre y la muerte, combates que la mayoría suele perder inexorablemente.

También están abandonados cuando deciden enfrentar otros males introducidos en el país por la injerencia extranjera, entre ellos los abusos de las autoridades y la corrupción, azotes que multiplican la pobreza y la falta de oportunidades.

Así ha ocurrido a lo largo de 2019 cuando se han realizado intensas jornadas de protesta tras el descubrimiento de que un dinero que estaba destinado al desarrollo social fue a parar a los bolsillos de varios funcionarios, entre los que algunos señalan al presidente Jovenel Moïse.

Un tribunal informó a principios de febrero que cerca de dos mil millones de dólares correspondientes al programa Petrocaribe, que impulsaba Venezuela para colaborar con los países del área menos desarrollados, se desviaron hacia cuentas bancarias de gente corrupta.

Dos mil millones de dólares es mucho dinero en cualquier parte del mundo, pero más en Haití donde falta de todo y el 80 por ciento de sus habitantes están sumidos en la pobreza, por lo que no fue extraño que la población se lanzara a las calles para exigir la renuncia del gobierno.

Las movilizaciones de febrero forzaron la salida del primer ministro, Jean Henry Céant, quien fue sustituido por Jean Michel Lapin, que tampoco logró estabilizar la situación, entre otras cosas porque los fondos robados siguen sin aparecer por ningún lado, pero la pobreza sigue presente.

Tras una pausa, la ira popular volvió a las calles en junio y Lapin debiò abandonar el cargo, que ocupa hasta ahora Fritz-William Michel. A mediados de septiembre las protestas crecieron de nuevo, hallando como respuesta la brutalidad policial que ha provocado decenas de muertos y cientos de heridos.

Recordemos que en Haití la ONU mantuvo hasta ayer una “misión de paz”, que en términos de garantizar ese preciado don sirvió para lo mismo que la mítica carabina de Ambrosio, o sea, absolutamente para nada.

Esta semana será crucial, porque además de rendir tributo y sepultar a los fallecidos por la represión, se anuncian acciones a nivel nacional con motivo de conmemorarse el viernes el aniversario 213 del asesinato de Jean-Jacques Dessalines, el líder de la revolución que condujo a la independencia en 1804.

¿Volverá el mundo a dejar solos a los haitianos en su lucha por la justicia social, seguirá siendo ese el lugar más olvidado del mundo?



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