Los cubanos acudieron a la convocatoria voluntariamente. Foto: CMHW

Por Roberto Morejón (RHC)

Cuba renovó su Asamblea Nacional del Poder Popular en una cita con las urnas transparente, pacífica, con mayoritaria asistencia de los empadronados, a contrapelo de tendencias en redes sociales y en sectores extremistas en el exterior, promotores de la apatía.

Notable difusión ganaron en la prensa corporativa la organización, ejercicio y resultados del sufragio en la mayor de las Antillas el pasado domingo.

Ese día la participación electoral fue de poco más de 75 por ciento, indicador superior al reflejado en los comicios municipales de noviembre pasado; 90 por ciento de las boletas resultaron válidas y una parte mayoritaria de los asistentes optó por el voto unido, o sea, por los 470 candidatos a diputados.

Y acudieron a la convocatoria voluntariamente, pues el voto es un derecho y no una conminación.

Foto: Archivo/RHC

Hablamos de indicadores opuestos a la indiferencia y al rechazo a la convocatoria, como exigieron desde fuera de fronteras y en las redes, a fin de que se manifestara discrepancia con el orden reinante.

El voto mayoritario se concretó a pesar de las acentuadas carencias materiales y dificultades en los servicios, como efecto del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos.

Nadie niega la preocupación de los cubanos por esas y otras insuficiencias, muchas de ellas exteriorizadas y debatidas en conversaciones francas y directas con los candidatos a diputados, cuando recorrieron las demarcaciones.

Ninguno hizo promesas de sustanciales inversiones financieras inmediatas, dada la contracción del acceso a créditos de este país, también expuesto a las derivaciones negativas en los mercados internacionales por la guerra en Europa del este.

Seguramente por todo ese impacto nocivo en la cotidianidad, algunos aguardaron porque los cubanos dieran la espalda a las urnas en los comicios.

Los resultados evidencian el reverso, al reafirmarse la institucionalidad y una acentuada apuesta por la esperanza en que, con el principal órgano del Estado bajo el control de personas decididas a trabajar sin descanso, podrá enfilarse el país hacia la búsqueda de la prosperidad, hoy aún lejos.

Hay razones, como afirman en Cuba, de creer en lo positivo del paso dado el domingo, en expresión de civilidad.

Se logra un clima conveniente para que los diputados electos laboren en pos de cumplir con las expectativas de los votantes, y transformar la confianza depositada en ellos en hechos favorables.