Por: Orlando González Cruz.
La Habana, 6 ago (RHC) Hay quienes consideran la herradura como un símbolo mágico, un talismán con  aplicaciones esotéricas casi infinitas.
Desconozco si las cuestiones místicas tengan propiedades reales en la cotidianidad,  pero de lo que no tengo duda es que, desde hace 16 años, las delegaciones olímpicas cubanas, cuentan con un resguardo infalible: Mijain López, a quién podríamos llamar el rey del Olimpo.
Natural del municipio de Herradura (casualidad o causalidad), en la provincia de Pinar del Río, se convirtió en el protector de las comitivas atléticas de la isla desde Beijing 2008 a la actualidad, subiendo a lo más alto del podio ininterrumpidamente hasta París 2024.
El mejor luchador del estilo grecorromano en la historia de las citas estivales, tocó hoy la historia una vez más con sus manos y se coronó por quinta vez como campeón olímpico, al derrotar en la final (6-0) al también natural de la mayor de Las Antillas, y que representa a Chile, Yasmani Acosta.
Cinco veces vencedor bajo los cinco aros se dice fácil, pero para que se tenga una idea de la magnitud de la hazaña: prolongó los títulos consecutivos de Cuba en este deporte desde la cita de Barcelona 1992; se convirtió en el primer atleta del orbe en subir a lo más alto del podio en una misma prueba, en cinco justas olímpicas; rompió su propia marca de oros en esa disciplina, separándose a dos de otra leyenda, el Ruso Alexandr Karelin (tres); se convirtió en el cubano con mayor palmarés, superando al mítico esgrimista Ramón Fonst (cuatro oros y una plata).
A lo antes mencionado súmele el premio mayor, contar con el amor y la admiración de todo un pueblo, una medalla que no se cuelga en el cuello, sino en el alma.
Una corona no está exenta de otros aspirantes al trono, y durante casi dos décadas, varios han sido los retadores del 'Gigante de ébano ' entre ellos, un grande como el turco Riza Kayaalp, de los pocos que lo pudieron vencer en alguna competencia, pero al que le tocó bajar la cabeza una y otra vez ante Mijain en este tipo de citas.
En la actual contienda parisina se vislumbraba otro retador, el joven campeón mundial iraní Amin Mirzazadeh, pero la experiencia del "viejo rey"  se impuso al talentoso contrincante (3-1)en lo que parecía una final adelantada en la segunda salida al colchón.
Con anterioridad dispuso del surcoreano Seungcham Lee (7-0) y en semifinales, del medallista de bronce en Río de Janeiro 2016, el azerí Sabah Shariati (4-0).
Así todo quedaba listo para el desenlace final. Quiso el destino que otro nacido en su misma patria fuera el último obstáculo para la marca histórica...
El resultado ya ustedes lo saben, los dioses de la lucha no podían cometer semejante afrenta, porque el Olimpo tiene un monarca, y es cubano.