Por: Lorenzo Oquendo
Nuevamente otro ciclón, el Michael, formado inicialmente como tormenta tropical en el océano Atlántico norte impactó con fuertes vientos y contínuas lluvias contra áreas geográficas del occidente cubano y el noroeste de la Florida en Estados Unidos.
En la nación caribeña hubo daños en el servicio eléctrico, cultivos agricolas y algunas edificaciones, y en territorio estadounidense, además, con afectación material y humana.
Es así como esos fenómenos atmosféricos demuestran el incremento del cambio climático real y palpable durante esta temporada ciclónica aún sin concluir hasta finalizar noviembre, aunque deben observarse otras situaciones, entre varias, perjudicadas también por el calentamiento global como la acidificación de los océanos.
Los mares tienen la característica natural de absorver calor con mejoras de la temperatura ambiental y mediante ese proceso físico obtener igualmente en el contenido de sus aguas la tercera parte del dióxido de carbono (CO2) emitido por la quema de combustibles fósiles.
Sin embargo, esa absorción carbonífera también perjudica los océanos al acidificarse el ecosistema acuático donde muchos organísmos no sobreviven a ese medio ácido, aspecto estudiado por los científicos por la preocupación de afectaciones a las riquezas naturales marítimas.
De acuerdo con los conocimientos adquiridos por investigadores de los océanos esa acidificación desvía la fijación del carbonato de cálcio (CACO3) en las armazones de conchas, provoca desaparición de especies muy sensibles como erizos, moluscos, estrellas de mar y afecta los arrecifes de coral.
Esas especies constituyen la mayor fuente de ingresos protéicos de alimentación para millones de personas en el mundo que verán a medida que aumente la acidificación de océanos por el cambio climático, las ausencias de ostras y almejas, además de perjudicar la propia pesca al aumentar la mortalidad de crustáceos.
Por ejemplo, el Instituto Australiano de Ciencias Marinas alertó que la Gran Barrera de Coral de Australia descendió en 14 por ciento durante el transcurso de 20 años, indicativo de que al contiunar esa irregulridad marina la supervivencia en crecimiento de especies dejará de existir para el año 2050.
Realmente la situación de huracanes y acidificación oceánica entre otras son ejemplos de impactos del cambio climático debido a las emisiones de gases de efecto invernadero, que esperemos sea de fundamental debate durante la próxima cumbre del clima de septiembre del 2019 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, donde el oxígeno debe imponerse para proteger el entorno natural y cumplir los acuerdos del evento del 2015 en París, Francia, para que la temperatura global mantenga su potencia calórica por debajo de los dos grados centígrados. Esperemos.