Por: Lorenzo Oquendo
La sequía, sobretodo extrema, está entre los fuertes impactos actualmente provocados por el cambio climático con resultado de campos agrícolas anteriormente productivos alimentarios convertidos en superficies estériles por permanente ausencia de lluvias.
Tienen sequía extrema en estos tiempos pueblos de Africa como Kenia, Somalia y Etiopía con incremento de hambruna entre sus pobladores que se desplazan por miles hacia otras ciudades debido a la grave desnutrición almentaria especialmente en niños de esas naciones africanas.
Actualmente millones de personas del norte de Africa dependen de la ayuda directa alimentaria de la Organización de Naciones Unidas al no poder cultivar sus tierras ni pastar ganado por el alto calentamiento global que esterilizó las tierras.
Climatólogos de la Universidad de California en Estados Unidos relacionaron esta sequía extrema del norte africano con el calentamiento prolongado del Océano Pacífico Occidental y altas temperaraturas de las tierras del oeste de ese continente, fenómenos muy directos ocasionados por el cambio climático introducido contradictoriamente por los propios humanos mediante empleo de combustibles fósiles.
También Jessica Tierney, paleoclimatóloga de la Univerisidad de Arizona en Estados Unidos, concluyó con sus colegas de estudios e investigación, que el norte africano incrementa sequías más rápido que en épocas anteriores muy en sintonía con el creciente calentamiento global y regional.
En Etiopia más de 200 mil personas emigraron hacia otros pueblos para alejarse de la constante emergencia de seguridad alimentaria en su país de origen y en Somalia después de conflictos armados enfrenta la inseguridad alimentaria grave denominada así por la Organización de Naciones Unidas con el referente de que en el año 2011 más de 260 mil somalíes murieron de hambre, la mitad niños de acuerdo con organizaciones internacionales.
Kenia, Etiopia y Somalia tienen amplias regiones de caminos, además de tierras arenosas donde el constante polvo mantiene el ambiente irrespirable precisamente por la extrema sequía de estos tiempos sin concebirse, ni conocerse cuando precipitarán algunas de las esperadas lluvias que el cambio climático detiene con el agravante de muy poca, apenas ninguna, información internacional sobre este impacto de hambruna en el norte africano.
