La Habana, 26 may (RHC) Ante los augurios de un comportamiento más activo en la formación de organismos ciclónicos, la temporada comienza de manera oficial el venidero primero de junio en nuestra área geográfica de interés, comprendida por el Atlántico tropical, el Golfo de México y el mar Caribe.
Esta etapa tiene la peculiaridad de ser la sexta consecutiva en registrar el primer sistema tropical con nombre antes de la fecha de su inicio, pues ya en el mes de mayo tuvimos la formación de la tormenta tropical Arthur, en los mares al este de la península de la Florida, Estados Unidos.
Según la lista aprobada por el Comité de Huracanes de la iv Región de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a la cual Cuba pertenece, los restantes ciclones tropicales (CT) de 2020 se denominarían: Bertha, Cristóbal, Dolly, Edourd, Fay, Gonzalo, Hanna, Isaías, Josephine, Kyle, Laura, Marco, Nana, Omar, Paulette, Rene, Sally, Teddy, Vicky y Wilfred.
Es conveniente recordar que para cada temporada existe una relación de 21 nombres, confeccionada con antelación por orden alfabético en los idiomas inglés, francés y español, que se repite cada seis años.
De haber una temporada sumamente activa, que sobrepase esa cantidad, se acude al alfabeto griego, como ocurrió en 2005 cuando hubo la cifra récord de 28 CT, de los cuales 15 fueron huracanes.
Igualmente, son retirados de forma definitiva los nombres de aquellos meteoros causantes de grandes pérdidas materiales o humanas. Así sucedió, por ejemplo, con Flora, Andrew, Mitch, Katrina, Irma y María.
Los meteorólogos coinciden en plantear que ciclón tropical es un término genérico utilizado para referirse a los centros de bajas presiones, que aparecen sobre las aguas marinas de la zona tropical o subtropical, alrededor de los cuales el viento gira en sentido contrario a las manecillas del reloj en el hemisferio norte.
Tomando en cuenta la velocidad de los vientos máximos sostenidos promediados en un minuto, los ct se clasifican en depresión tropical cuando son inferiores a 63 kilómetros por hora (km/h); tormenta tropical de 63 a 118 km/h, y huracanes si son iguales o superiores a los 119 km/h.
Para el caso específico de los huracanes, existe la llamada escala Saffir-Simpson, que los divide en cinco categorías. Conforman la categoría 1 aquellos con vientos máximos sostenidos de 119 a 153 km/h; categoría dos, de 154 a 177; categoría tres entre 178 y 208; categoría cuatro de 209 a 251 y categoría cinco a partir de los 252 km/h. Se consideran intensos de la tres en adelante.
Suelen tener asociados una extensa área de nublados con lluvias, chubascos y tormentas eléctricas (no pocas veces generan tornados), capaz de abarcar hasta 800 kilómetros de diámetro en casos excepcionales. Por eso, la influencia de los efectos no queda ceñida al punto de localización de la región central del sistema señalado en el mapa.
Resulta oportuno precisar que los CT reciben denominación una vez alcanzada la fase de tormenta tropical.
Los avances científicos en el conocimiento de estos eventos atmosféricos permitieron determinar la existencia, al menos, de tres condiciones básicas que favorecen su surgimiento y desarrollo.
Son estas la persistencia durante varios días consecutivos de un área de disturbio o mal tiempo; que la temperatura del mar tenga valores de 26,5 grados Celsius o más, desde la superficie hasta una profundidad aproximada de 45 metros, y el predominio de vientos débiles y sin cambios notables de dirección y velocidad en la atmósfera superior (baja cizalladura vertical).
Generalmente pierden fuerza con rapidez al entrar en tierra firme, pues se privan de la energía que les brindan las aguas oceánicas y a causa del efecto de fricción del viento sobre la topografía del terreno, más acentuado si se desplazan por zonas montañosas.
Como expresó a Granma el Máster en Ciencias Armando Caymares, especialista principal del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, la más frecuente zona de formación de los ciclones tropicales de junio se localiza en el mar Caribe occidental, pero también pueden hacerlo en el Golfo de México.
Los surgidos en la primera área geográfica mencionada tienden a moverse en trayectorias próximas al norte, rumbo que convierte a la región occidental de Cuba en la más expuesta a los efectos directos o indirectos de los organismos ciclónicos del sexto mes del calendario, en particular en las dos primeras decenas.
Ante la llegada de la temporada ciclónica, lo esencial consiste en prepararnos con tiempo y reducir al máximo posible las vulnerabilidades que puedan acentuar la magnitud de cualquier afectación, aseveró el experto. (Fuente: Granma)