La Habana, 16 jun (RHC) Las corrientes oceánicas superficiales a gran escala son impulsadas por sistemas de vientos globales alimentados por la energía del Sol. Estas corrientes transfieren calor de los trópicos a las regiones polares, lo cual es muy importante para mantener el equilibrio térmico del planeta.
La Corriente del Golfo (CG), por ejemplo, es oceánica cálida e intensa en el Atlántico septentrional y se mueve hacia el norte a lo largo de la costa de Florida y luego gira hacia el nordeste.
Mientras se aleja de la costa oriental de los Estados Unidos se ensancha y ondula. Según el Servicio Nacional del Océano de la NOAA, transporta casi cuatro mil millones de pies cúbicos de agua por segundo, una cantidad mayor que la trasladada por todos los ríos del mundo combinados.
Fue descubierta en 1513 por el piloto español Antón de Alaminos, quien navegaba hacia el sur a lo largo de la costa este de la península de la Florida junto con el explorador Juan Ponce de León. En aquel entonces, se registró la existencia de una fuerte corriente que no les permitía avanzar, a pesar del viento a favor.
Frente a la costa atlántica de los Estados Unidos, el flujo de la CG es casi trescientas veces más rápido que el típico del río Amazonas. La velocidad de la corriente es mayor cerca de la superficie (unos 9 kilómetros por hora). La CG se desacelera a una velocidad aproximada de 1,6 kilómetros por hora a medida que se amplía en la parte norte del océano. La velocidad promedio de la CG es de 6,4 kilómetros por hora.
Ciclones tropicales o subtropicales pueden formarse cerca o sobre las aguas cálidas de esta corriente oceánica, o fortalecerse. De acuerdo con los expertos Lixion Avila, Stacy Stewart, Robbie Berg y Andrew Hagen, el huracán Dorian se reintensificó a medida que su núcleo se movía sobre la CG, a cierta distancia de las costas de Georgia y Carolina del Sur, en septiembre de 2019. (Fuente: Cubadebate)