La Habana, 22 mar (RHC) El aniversario 60 del ICAIC es fecha imprescindible para la recordación de Alfredo Guevara, creador de esa institución como verdadera Industria del Arte Cinematográfico en Cuba, la cual muy pronto trascendió las fronteras de la Isla, hacia América Latina y el mundo. Fue el creador, además, de la revista Cine Cubano, y del famoso Noticiero ICAIC, que resultara fuente de auténtica creación informativa y de arte, insuflada por Santiago Álvarez.
Alfredo fue impulsor, con el aporte indiscutible de Leo Brouwer, del Grupo de Experimentación Sonora –cuya sede fue el Icaic–, así como de la Cinemateca de Cuba y del desarrollo artístico excepcional de los afiches, en el campo de la plástica, que en muy poco tiempo reunió a los más importantes diseñadores y pintores, al igual que los dibujos animados. Hizo llegar el cine a las montañas de la Sierra Maestra, hasta a lomo de mulo. Fundó el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, es decir, realizó un movimiento cultural impresionante.
Bastaría leer el libro Revolución en lucidez, donde se recogen respuestas a muchas importantes entrevistas de Alfredo, además de textos suyos de intervenciones especializadas en Cuba y otros países, para tener una idea del extraordinario aporte cultural del Icaic desde el momento mismo en que Alfredo Guevara lo creara, por designación del propio Fidel, coincidiendo en el tiempo con la Casa de las Américas bajo la dirección de Haydée Santamaría, destaca el periódico Granma.
Era el mismo Alfredo que recién llegado Fidel a la Universidad de La Habana, supo descubrir la vocación patriótica y liderazgo de aquel joven, venido de las aulas del Colegio Jesuita de Belén que, para no pocos, podía ser una persona «discordante».
Para Alfredo fue rápido el descubrimiento de alguien muy distinto, aunque entonces Guevara pertenecía a la Juventud Comunista. En corto tiempo Fidel fue imprescindible en los actos estudiantiles y se distinguía en la Escuela de Derecho.
Aunque Guevara estudiaba Filosofía, respondía al grupo de Fidel y de Baudilio Castellanos, de la dirección estudiantil de Derecho. No demoraría mucho para que las fotos de ellos en acciones importantes se hicieran notar, además de en otros hechos, en el famoso Bogotazo, en Colombia, adonde habían asistido Alfredo y otros dirigentes universitarios –entre ellos Fidel–, a un evento estudiantil, aunque este congreso pasó a un segundo plano al coincidir con un hecho trágico y peligroso: el asesinato del líder político Eliecer Gaitán.
Uno tras otro desde 1949, Alfredo Guevara estuvo en todos los hechos de rebeldía del estudiantado, y especialmente en los que lideraba el joven Fidel Castro, destacándose en el rechazo a la desvergonzada actitud de los marines yanquis que profanaron la estatua de Martí en el Parque Central, hasta el «politiquero» traslado de la campana de La Demajagua a La Habana.
Mas estos puntos ya tratados en diversas ocasiones se fueron sumando a otros hasta la relación comprometida de Alfredo con los jóvenes del Centenario de José Martí que asaltarían el Moncada. Por sospecha, Alfredo Guevara fue preso, aunque no le pudieron demostrar la relación con el asalto, tras comprobarse que había visitado en la mañana del 26 de julio de 1953, la casa de huéspedes donde vivían Raúl Castro y otros de los asaltantes. Había ido para hacer desaparecer los papeles comprometedores que pudieran hallarse en la habitación que ocupaban, en la calle Neptuno.
Es significativa, además, la profunda labor intelectual de Alfredo Guevara y su extraordinario conocimiento de la historia de Cuba. Repasando uno de sus textos que aparecen en el libro citado, por ejemplo, hay un retrato de la formación de la nación cubana que podría parecernos que fue escrito por don Fernando Ortiz. Dice Alfredo, respondiendo a una pregunta en alguna de las muchas entrevistas que concedió después del triunfo de la Revolución:
«La patria nace. La identidad cubana va cobrando forma. El criollo ya no es tan solo el blanco, el español, que lejos se destiñe; la cultura va siendo sin saberlo teñida de africana y es mestiza, no puede aún decirse que es, comienza a ser mestiza. Si comienza ya es. Se confunden nacidos andaluces, un poco moros y tal vez judíos, castellanos, gallegos, asturianos y vascos, y de Canarias tantos, que no se sabe ya quién coloniza, la península ibérica o las islas. Y ya en Cuba todos se confunden, acaso por vez primera devienen españoles. Son entonces criollos, por eso tan distintos, y amamantados todos por nodrizas esclavas que siembran erotismos africanos. Otras etnias se funden en barracas, barracones terribles que recuerdan oprobios, en ese, el otro origen de la patria».
En un artista con semejante conocimiento de la cubanía como el que tenía Alfredo, la música ocupó un lugar excepcional. En vísperas del aniversario 60 de la fundación del Icaic, quedaría huérfana esta nota si olvidáramos uno de los refugios y ejemplos más estimados de Alfredo: José Martí. Son estas algunas de las palabras que escogemos, entre las muchas que escribió sobre el Apóstol:
«El ejemplo martiano prueba hasta qué punto necesita el artista andar pertrechado ideológicamente (...).
«Esto quiere decir que el intelectual contemporáneo, que el artista, el escritor, el cineasta o el científico cubano de nuestros días tiene que estudiar doblemente, cuidar de su formación filosófica y política. Las tareas de nuestra época adquieren tal magnitud y obligan de tan irrecusable manera que no hay otro camino.
«Sin esa formación filosófica y política difícilmente podrán los creadores encontrar el modo de interpretar la realidad y de ayudar a la Revolución».
Las referencias anteriores las expresó Alfredo en una enjundiosa conferencia, pronunciada en el programa del Sindicato de Trabajadores del circuito CMQ, el 25 de enero de 1960. Tienen y tendrán, vigencia en la Revolución Cubana. Entonces el joven Alfredo Guevara, en vísperas de un aniversario más del nacimiento de Martí, ejemplificaba con datos precisos del Apóstol. Huelga decir que su contenido se asume en presente.
(Granma)