
Imagen: El Invasor.
La Habana, 9 abr (RHC) Surgen tendencias musicales, varían los algoritmos, cambian los tiempos y el Festival Piña Colada, por supuesto, se transforma; pero para la noche final reservó a dos agrupaciones legendarias como Anacaona y Manolito Simonet y su Trabuco. La receta tradicional también tuvo un “sabor” efectivo en el cierre de la XXII edición el pasado domingo 6 de abril.
Por primera vez, Anacaona “probó” el Piña Colada. Irrumpió en el escenario central con la fuerza de los comienzos. Pocas orquestas como Anacaona hubiesen sido capaz de sostener activo a un público “embriagado” de una semana de festival.
“Pienso que es maravilloso que el Festival apueste por la diversidad de géneros y estilos. Ese es nuestro país, muy diverso. Tenemos mucha riqueza musical para inundar el mundo. Evidentemente, eso se tiene que plasmar primero aquí”, dijo la líder de la banda, Georgia Aguirre.
Noventa y tres años después de su fundación, la orquesta femenina insigne de Cuba ostenta, por lógica, una maestría sin igual encima de la tarima; pero también, ha sido capaz de reinventarse sin perder esencias: “Ha sido muy difícil mantenerse tanto tiempo; pero hemos tenido la dicha de que cada generación venga igual o más preparada que la anterior y dispuesta a entregar todo por Anacaona y su legado”.
Anacaona hizo cuanto deseó sobre el escenario central de la Plaza Máximo Gómez. Cantó sus temas antológicos, se atrevió a versionar a Shakira y Karol G y presentó su nuevo álbum Gracias a la música. Salió este año bajo el sello Bis Music con 15 canciones. No buscamos tanto lo comercial como sí homenajear los años de historia, recuperando la música diversa de nuestro repertorio y también estrenando sencillos al fiel estilo de la orquesta”.
Lo único que le faltó a Anacaona fue tocar Llora si te duele. Parecía imperdonable hasta que Georgia Aguirre resolvió la situación con la misma simpatía que desborda en sus presentaciones: “Lo único que queríamos es que se quedaran con ganas para regresar el siguiente año”.
Los invitados a ponerle fin al evento fueron Manolito Simonet y su Trabuco, con la presencia de Amaray, cantante por 28 años de la banda. El Trabuco también tuvo la iniciativa de volver al pasado con canciones como El águila o Locos por mi Habana y exhibir su más reciente producción Me estoy acostumbrando.
La idea del evento fue que cada noche tuviera una sonoridad identitaria. El sábado sonó urbano, con protagonismo para Mawell, repartero con millones de visualizaciones en su canal de YouTube. La asistencia a su concierto bien fue un reflejo de esa popularidad.
Plagado de polémica, el reparto empieza a ganar un espacio que por mucho tiempo le fue negado. El presidente del comité organizador del Festival Piña Colada y director del Talismán, Arnaldo Rodríguez, se expresó al respecto en Facebook: “Acompañar, guiar y apoyar a estos jóvenes en sus sueños, empeños y proyecciones es lo que nos corresponde hacer hoy desde nuestros esfuerzos institucionales y personales”.
Ha sido la pluralidad el aroma característico del trago más musical del centro del país en sus últimas ediciones. En algún momento dejó de denominarse Festival de Música Fusión y Alternativa para que su espectro, antes de discriminante, fuera lo más inclusivo posible. Pareciera paradójico, pero no es más que el propio eco del momento en el que le ha tocado existir.
Habrá que revisar cuántos programas como el del Piña Colada se arriesgan a insertar una variedad de géneros tal en Cuba. El comité organizador siempre recuerda invitar al dúo Buena Fe a su escenario central en Ciego de Ávila.
En esta vigésimo segunda ocasión tenía que ser así. El público volvió a colmar la Plaza Máximo Gómez ávido de escuchar las canciones más viejas, como las de su fonograma Morada (2023), que tanto conoce también. A Edesio Alejandro, Paulito FG y Eduardo Sosa le rindió tributo el dúo, junto a Adrián Berazaín.
Como dejavú del año pasado, Buena Fe volvió a tocar luego del grupo D’ Cuba la noche del 4 de abril. De seguro, si volviera el año siguiente, también sucedería igual. La sinergia entre el dúo guantanamero y diversas generaciones de avileños parece aún infinita.
Fueron Buena Fe y Mawell, y David Blanco y Toques del Río la noche primera, quienes estuvieron en la plaza de mayor convocatoria; pero el festival tuvo un apretado cronograma de actividades desde el 1ro de abril.
Más de 10 espacios estuvieron abarrotados de actividades artísticas en Ciego de Ávila y Morón. El Comité provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba acogió la segunda edición del Encuentro Nacional de Agrupaciones “Coral Ávila”, la tarima “La Pesca” fue destinada para la música campesina y en la sede avileña de la Asociación Hermanos Saíz se desarrolló parte del cronograma del noveno Simposio Música y Juventud.
Fue en la propia Casa del Joven Creador donde cantó el Dúo NU9VE el último día. El formato acústico volvió el concierto más romántico. Al terminar, ambos coincidieron en que el Festival Piña Colada funciona, asimismo, como plataforma para impulsar la carrera de los jóvenes cantautores de este país.
“Hemos disfrutado mucho de la diversidad del Piña Colada. Puedes disfrutar de orquestas de música popular, concertante, urbana, de la canción de autor. Creo que eso lo hace mucho más acogedor”, dijo Paloma Henriquez. “Cada festival de música debería ser así de amplio y que le abran sus puertas a las nuevas generaciones es muy gratificante. Además, el Piña Colada le permite a los artistas poder conectar con un público que a su vez no tiene tantas oportunidades de escuchar música en vivo”, comentó Carlos Ernesto Varona.
En total, actuaron unas 100 unidades artísticas, la mayoría avileña, con la obvia intención de potenciar el talento local, como ha expresado Arnaldo Rodríguez. A su vez, hubo representación de diez países en el primer Encuentro Internacional de Historia, Cultura y Tradiciones “El Águila de la Trocha”.
Expandirse hacia la creación de espacios de debate, teorización y rescate del patrimonio empieza a hacerse común, como mismo lo es su intencionalidad de formar parte del tejido social de Ciego de Ávila. La Cruzada Cultural “Latir Avileño” quizás sea el ejemplo por antonomasia.
Actores y músicos llegaron, en esta ocasión, hasta hogares maternos, centros educativos, penitenciarios, cooperativas y comunidades.
Al Festival Piña Colada será imposible acusarlo por favorecer sectores específicos de la música, por su tentativa de crecer y sobre todo por su afán de acercarse a ese público que le resulta imposible acudir a sus plazas tradicionales. (Fuente: Cubadebate).