París, 25 ago (PL) Podría esperarse que en un equipo que ha dominado el fútbol francés en los últimos años hubiera al menos una figura emblemática, pero en el París Saint Germain esos méritos se los lleva hoy un recién llegado.
Como mismo hizo en el Santos de su país natal, en la selección de Brasil, y en el mismísimo Barcelona pese a la magia del monstruo argentino Lionel Messi, el delantero brasileño Neymar da Silva brilla con luz propia.
En la Ciudad Condal era un ídolo, pero ni siquiera podía utilizar la elástica con el número 10, que tan bien le había sentado en la canarinha y ahora le tenían guardada en la Ciudad Luz.
Desde 2011 el plantel parisino pasó a manos cataríes, y a golpe de billetera acumula desde entonces cuatro de las cinco Ligas disputadas, las tres últimas Copas de Francia, las cuatro últimas Copas de Liga y las cinco más recientes Supercopas de Francia.
Ese tiránico predominio fue frenado solamente la pasada campaña liguera por el Mónaco, pero en realidad el objetivo del PSG es conquistar Europa, y para eso trajeron a Neymar.
Hoy es imposible acercarse a una tienda o pequeño comercio de artículos deportivos de esta ciudad sin que abrumadoramente el brasileño cope los principales espacios.
Del mismo modo, cuando se camina por las calles se ve alguna camiseta del argentino Ángel Di María o el uruguayo Edinson Cavani, pero la gran mayoría llevan escrito el nombre del capitán de Brasil.
Además de ser un gran jugador, es un fenómeno de mercadotecnia, y donde quiera que exhibe su talento demuestra que para nada está sobrevalorado.
Aquí mismo han sido impactantes sus dos primeras salidas, rociadas de goles y asistencias, lo que no ha hecho más que aumentar el interés por todo lo relacionado con el atacante paulista.
Como van las cosas, los más de 200 millones de euros que pagó por él el once parisino se pudieran a recuperar bastante rápido.