La Habana, 11 ago. (RHC) El 11 de agosto de 2019 quedarán clausurados los Juegos Panamericanos, previstos para la ciudad peruana de Lima. Con los Juegos Centroamericanos y del Caribe todavía frescos en la memoria, vale la pena proyectar qué puede ocurrir en la cita del año venidero.

El primer elemento a valorar es la sede, la capital peruana. Las últimas tres ediciones de los Juegos Panamericanos han tenido como anfitrionas a naciones con posibilidades de incluirse entre las cinco primeras, lo cual le otorgó al “efecto sede” una importancia que no tendrá ahora en el caso de Lima. Durante las ediciones de Río 2007 y Guadalajara 2011, los peruanos no sumaron títulos, en tanto la cita de Toronto les vio alcanzar tres preseas doradas. De modo que, con ese punto de partida, la sede no distorsionará demasiado los resultados competitivos con su potencial atlético.

Lo anterior parece trivial, pero no lo es. La cita multideportiva de Lima será muy compleja para todas las delegaciones deportivas, porque a diferencia de otras citas, será antesala real de los Juegos Olímpicos. Y no habrá muchas sorpresas, porque los competidores serán los tradicionales, esta vez en un terreno "neutral". Salvo en el atletismo, que desarrollará su Mundial pocos días después, es probable que muchas figuras de nivel asistan a prestigiar los Juegos. Y ésto, que se le criticó a Cuba durante mucho tiempo, es la virtud de todas las naciones que lo hagan. 

De tal suerte, la delegación líder de 2015, Estados Unidos, tendrá que llevar un grupo de elevadas prestaciones para poder superar los 100 títulos, una barrera que no pudieron saltar ni en Río ni en Guadalajara. Canadá, ocupante del segundo lugar siendo anfitriona, ha elevado su calidad deportiva en disciplinas individuales, hasta convertirse en una potencia deportiva mundial. Recordemos que durante los Juegos Olímpicos de Río, los canadienses quedaron por debajo de Cuba en el medallero por los títulos, pero consiguieron el doble de medallas que Cuba (22 por 11). 

Precisamente los anfitriones de la última cita bajo los cinco aros, la delegación de Brasil, van perdiendo los efectos de haber organizado en nueve años Panamericanos y Juegos Olímpicos, de ahí que la lucha por el tercer lugar con Cuba será férrea. En Toronto, los verdeamarelhos sumaron 42 metales dorados por 36 de la Mayor de las Antillas, entorno en el cual deben moverse ambas delegaciones.

Cuba sumó en 2015 títulos en el atletismo (5), boxeo (6), canotaje (6), clavados (1), gimnasia (2), judo (3), lucha (4), pesas (2), remo (2), taekwondo (3), tiro (2). Descontando el clavados y sumando la esgrima, el entorno para nuestro país es muy similar, con posibles incrementos en el ciclismo, voli de playa y kárate. 

De ahí que un buen propósito para Cuba es pelear por ese tercer lugar, una gesta épica para un deporte que se recupera de muchas desatenciones y malas estrategias, ahora por un buen camino y necesitado de mostrar lo positivo que se ha venido haciendo durante los últimos cuatro años de trabajo.

El quinto puesto del medallero fue para Colombia, con 27 títulos; el sexto para México, con 22 preseas doradas. Los crecimientos experimentados por ambas estructuras deportivas, no parecen resultar suficientes para superar a brasileños y cubanos, porque un año es muy poco tiempo para cambiar la historia. A más distancia, deben crecer respecto a Toronto los guatemaltecos, dominicanos, jamaicanos, trinitarios y chilenos, estos últimos, anfitriones de los Juegos en 2023.

Este es un panorama, a juicio de este redactor, de lo que puede ocurrir. Falta un año, cada vez se compite más a nivel panamericano y poco a poco se irán validando o no estas ideas. Pero vale la pena escrutar el futuro, porque el sitio del deporte cubano está en el análisis de todos los escenarios, donde el optimista y el realista son los menos probables, en un escenario complejo como lo será la capital peruana.