Lima, 31 jul (Juventud Rebelde) Por estos días en que la representación cubana en Lima empieza a ansiar la llegada de una nueva medalla dorada, muchos pueden caer en el error de pasar por alto resultados que, aunque no dorados, sí deberían ser motivo de orgullo para nuestro movimiento deportivo.
El pentatlón moderno, que hasta el inicio de esta cita continental acumulaba solo una medalla histórica en eventos de este tipo, logró un trío de preseas que destrozó la mayoría de expectativas, y Leydi Laura Moya fue parte fundamental en la consecución de ese resultado.
La habanera, cuyo tercer puesto en la justa individual femenina la convirtió en la primera mujer de la Mayor de las Antillas en conseguir un metal de cualquier color a este nivel, integró los relevos mixto y para damas que se colgaron al cuello sendas platas.
Pasada la euforia del triunfo (porque sí, un segundo puesto y un bronce también lo son), Leydi accedió a conversar con Juventud Rebelde sobre lo vivido en tierra sudamericana y también acerca de lo que está por venir.
La campeona centrocaribeña de Veracruz 2014 y reina olímpica juvenil de Singapur 2010, habló de cuanto valora el trabajo de sus compañeros, quienes en medio de la competencia le sirven como guía para mantenerse más alerta y sacar mejor partido de sus capacidades.
«Ellos desde afuera ven cosas que no soy capaz de notar cuando estoy enfrentándome a mi rival en la esgrima, y durante los asaltos me dan consejos que me ayudan a realizar ajustes durante la marcha. Igual en la parte de la carrera son fundamentales, porque funcionan como un GPS, que me avisa de quién viene detrás de mí y la distancia que me separa de las atletas que vienen delante».
En la preparación de las cinco disciplinas que conforman el pentatlón existen varias complejidades y aciertos que, combinados, tributan al posible fruto que saldrá luego en la competencia.
«La esgrima es la parte que más me cuesta, porque en esa disciplina hay que combinar mucho más el trabajo físico y mental. La suerte es que allá en La Habana entrenamos con los compañeros del equipo nacional de ese deporte, y eso nos ha ayudado muchísimo para pulirnos».
«Antes la equitación era complicada, pero desde hace un tiempo hemos estado recibiendo el apoyo del Centro Ecuestre del Parque Lenin, y ahora sí podemos montar caballos más parecidos a los que veremos cuando nos toca participar en algún evento internacional.
«Lo que más dificultades nos dio para estos juegos fue la natación, porque tenemos que usar las piscinas del mismo Parque, que no cuentan con las condiciones óptimas para poder sacar mejor provecho del tiempo de preparación».
Este año Leydi Laura salió de una hernia discal en la espalda baja que retrasó su preparación, e incluso la hizo pensar por momentos en abandonar el deporte activo.
«Los dolores eran tan intensos que llegué a pensar que nunca me iba a recuperar de esa lesión. No podía hacer casi nada al máximo de mis capacidades, aunque luego de dos meses de fisioterapia y ejercicios de fortalecimiento, ahora mismo logro lidiar mejor con el dolor, y solo es un problema cuando me toca estar sentada durante mucho tiempo».
Luego de rebasar todos los pronósticos en Lima, Leydi Laura ya tiene la mira puesta en Tokio 2020. Su presea en la prueba individual para damas le garantizó su presencia en los que serían sus segundos Juegos Olímpicos.
«La alegría de ir a otros olímpicos es una de las sensaciones más bonitas para cualquier atleta, y yo estoy muy contenta por llegar a una nueva edición. Igualmente espero que gracias a esta clasificación me inviten a más eventos, pues este año casi no pude estar en torneos de nivel mundial. La próxima parada sería el Campeonato del Mundo que será en Budapest, Hungría, el próximo septiembre (2-9). Ahora me toca sobre todo mantenerme libre de lesiones, para ver si no tengo más contratiempos en ese sentido».
Entrevista tomada de Juventud Rebelde