Pareciese que los Toros camagüeyanos, actuales subcampeones del país, firmaron un contrato con la pelota Teammate, porque sus dígitos colectivos e individuales destruyen valoraciones pre-competitivas y dejan al desnudo las carencias del pitcheo en el certamen.

Sin tregua ante los envíos de sus rivales, el equipo de Miguel Borroto promedia .374 (497-186), con 50 extrabases (34 dobles, tres triples y 13 cuadrangulares), y suma 120 carreras impulsadas, a un inaudito ritmo de 8.57 por encuentro.

El golpeo de los Toros, sublíderes del torneo hasta la fecha, es tan impactante que ningún otro plantel supera el centenar de empujadas y su línea ofensiva parece de otra galaxia: .460 de promedio de embasado (OBP)/.533 de slugging (poder al bate)/.993 de OPS (suma de las dos anteriores estadísticas).

Para ilustrar el trato adecuado del madero por parte de los muchachos de Borroto, tomemos como referencia sus cifras en las tres últimas presentaciones, cada una convertida en victoria frente a los locales Cazadores de Artemisa, en el estadio 26 de Julio.

En un total de 24 innings, los camagüeyanos fabricaron 43 anotaciones, con 50 imparables, nueve tubeyes, dos triples y cinco jonrones; además de lograr dos nocauts y notables actuaciones de Yordanis Samón (12-6, 9CI, 2HR) y Humberto Bravo (11-8, 7CI, 11CA), sin obviar a Loidel Chapellí (12-6).

Si bien es cierto que la temporada parece un festival de conexiones, con un average general de .297, vale aclarar que solo otras cuatro nóminas sobrepasan la barrera de los .300, y ninguna más los .415 de OBP, los .500 de slugging, o los .900 de OBP.

Todo eso sucede en una campaña cuya efectividad estaba en 5.34 previo al inicio de las sextas subseries, con un WHIP (corredores en base por episodio) de 1.67, cuando se calcula que por encima de 1.35 ya es realmente alto.

Pero mientras todos los concursantes sacan provecho del bote de la Teammate y retornan dificultades como el descontrol, los limitados repertorios, el ineficiente pensamiento táctico en el box, entre otras, los Toros de Camagüey lucen sólidos y embisten a sus contrarios sin el más mínimo remordimiento.

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