El artífice del movimiento deportivo cubano se llama Fidel

Editado por Orlando González Cruz
2021-08-13 09:53:24

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La Habana, 13 ago (RHC) El movimiento deportivo cubano debe su génesis a la Revolución y a la sapiencia de su máximo líder Fidel Castro Ruz. En el aniversario 95 de su natalicio, es válido recordar que su gestión forma parte fundamental en los pilares de los éxitos pasados, presentes y futuros de nuestros campeones.

En Cuba existía deporte, claro está, antes del triunfo revolucionario (un deporte practicado en su inmensa mayoría por clases sociales adineradas, quedando solo el boxeo y el béisbol como alternativas para los más humildes). Incluso, contábamos con algunos campeones olímpicos y mundiales muy puntuales. Nuestro deporte se sustentaba en gran medida por el talento individual de fueras de serie como Ramón Fonst, José Raúl Capablanca y Eligio Sardiñas (o como lo conocemos todos Kid Chocolate), por solo mencionar tres de los más destacados.

Los resultados de la mayor de las Antillas en el panorama olímpico antes de 1959 se resumían a cinco medallas de oro (cuatro de ellas a la cuenta del esgrimista Ramón Fonst), cuatro de plata y tres de bronce. Para que se tenga una idea, con el botín de Tokio 2020 se supera el palmarés de la isla en toda su historia antes del triunfo revolucionario.

Fue sólo hasta la creación del Instituto Cubano de Deportes Educación Física y Recreación (INDER), luego del triunfo de la Revolución, que se logró la masificación de la práctica deportiva, llegando a todas las comunidades del país y convirtiendo el deporte en un derecho del pueblo.

Luego de 62 años de deportes para todos, desde los niños en las escuelas de iniciación deportiva hasta la punta de la pirámide en el alto rendimiento, hoy Cuba marcha a la vanguardia latinoamericana y como segunda a nivel continental, con múltiples campeones olímpicos y mundiales, e hijos de esta tierra ostentando records en sus especialidades.  

El máximo esplendor de la mayor de las Antillas bajo los cinco aros fue en Barcelona 1992, con 14 títulos, 6 subtítulos y 11 metales bronceados.

Pero más allá del mérito competitivo, lo importante del legado de Fidel en el deporte fue precisamente la masividad, el hecho de llevar la práctica deportiva a todos los rincones de la isla (así pudimos ver a un niño de la región montañosa del Escambray, Antonio Muñoz, convertirse en uno de los mejores peloteros de la historia nacional) sin distinción de razas o clases sociales, convirtiendo a Cuba en un semillero de campeones. Eso se le deberá siempre a Fidel y a todos los que siguieron su impronta.

 

 

 

 



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