La Habana, 26 sep (RHC) El puente de Boca de Jaruco, en la provincia de Mayabeque, recibe ya los toques finales luego de cuatro meses de intensas restauraciones.
El próximo día 29 concluirán, como estaba previsto según el cronograma, los trabajos de reparación y debe reanudarse el paso de vehículos desde La Habana hacia la provincia de Matanzas y viceversa.
«De no haberse intervenido, el puente habría colapsado», explicó a Granma Alexis Ruiz Fernández, director del Centro Provincial de Vialidad de Mayabeque, que participa en la reparación de esta obra construida en 1955 en Boca de Jaruco, un asentamiento litoral ubicado junto a la desembocadura del rí́o del mismo nombre, en el municipio de Santa Cruz del Norte.
Distante unos 40 kilómetros de la capital, el puente es un paso obligado para quienes desde allí visitan Matanzas o Varadero, y se levanta majestuoso sobre un rí́o que desemboca en el mar y deja ver, además, el pueblecito de pescadores, en una zona donde abundan ostiones, cangrejos, jaibas y una diversidad de peces que sostienen la economía de los lugareños.
A inicios del 2015 se detectaron fallos en el tramo central del puente. Las vigas, que son los elementos que soportan el tablero o base superior de la obra, habían presentado problemas y comprometían la fuerza de tensión, que permite la estabilidad de una estructura de esta naturaleza. Por eso, el comité de expertos del Ministerio de la Construcción (Micons) decidió cerrar los carriles extremos de la vía y disminuir la velocidad en él, para reducir el impacto de la carga.
Rigurosas investigaciones de la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas (ENIA), que se auxilió incluso de alpinistas, demostraron que el Boca de Jaruco ha estado sometido a cargas superiores a la norma establecida por los ingenieros cubanos que diseñaron este puente, con una longitud de 284 metros y 18 luces (tramos entre las columnas).
«El sobrepeso y el ambiente agresivo en el que se ubica el puente, por la exposición al salitre, son las causas fundamentales del fallo en la estructura», aseguró Ruiz.
La obra, valorada en 680 000 pesos y 120 000 dólares en materiales importados, comenzó el pasado 5 de julio. Durante ese mes se trabajó con tráfico abierto con limitaciones para el paso de vehículos y desvíos para los pesados, hasta tanto concluyera el arreglo de 19,3 kilómetros de la carretera Guanabo Viejo-El Comino y el tramo que va desde ahí hasta Loma del Tanque, en Santa Cruz. Para agilizar los trabajos se cerró la vía en agosto.
Esto, desde luego, provoca demoras en los recorridos, gastos adicionales de combustible y molestias, pero peor sería un desplome del puente con lamentables consecuencias.
«Aunque la fecha de terminación estimada fue de seis meses, se logró reajustar el cronograma y dejarlo en cuatro meses, sin comprometer la calidad de la obra. Esto tampoco habría sido posible sin el trabajo de los obreros de la Empresa de Construcción y Montaje Especializado (ECME)», añadió el director del Centro Provincial de Vialidad.
Francisco Rodríguez Rodríguez, jefe del colectivo de constructores de la ECME, explicó que la brigada la integran 25 hombres, con experiencia en este tipo de trabajo, pues fueron ellos quienes participaron en la reparación del puente de Bacunayagua, obra predecesora, considerada una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.
Aunque ya se dan los retoques finales al Boca de Jaruco, la obra ha estado llena de retos. «Dicen que es más difícil reparar que construir desde cero», valoró Alexis Ruiz.
En el momento de desmontaje de las vigas, que fue el inicio de la reparación, los responsables detectaron que estas se encontraban colgadas de la losa, por lo que hubo que crear un sistema de apuntalamiento antes de comenzar su demolición, según señaló el director del Centro Provincial de Vialidad de Mayabeque. «De no detectarlo podría haber provocado el colapso de la estructura con la afectación al sistema de andamiaje y las columnas que soportan el puente».
Esto quiere decir que al inicio tuvimos dos días de incertidumbre. Para solucionar ese problema, tuvimos que buscar un sistema de apuntalamiento. Esa fue una dificultad que no previmos», explicó Ruiz.
Por otro lado —añade Ruiz— el desvío ha traído pérdidas también de combustible, pues hay que consumir más para transportarse de La Habana a Matanzas, y viceversa, pues el camino es mucho más extenso, y exige una velocidad máxima de 70 km, mientras en la Vía Blanca es de 100 km.
Afortunadamente, los accidentes en ese desvío han sido muy pocos, debido a que se ha reforzado el control policial y los conductores han respetado las señalizaciones.
José Luis Figueredo López, pintor de la ECME, terminó la fachada del puente con otros dos obreros y el Boca de Jaruco luce rejuvenecido.
Ya lo único que va faltando —comenta Alexis Ruiz— es la fijación de la junta de la calzada y la señalización horizontal.
Todos los detalles, desde el punto de vista estructural, están hechos. Una vez concluida la reparación, se investigará para determinar cuál es la carga real que el puente soporta. Mientras, al restituirse la circulación, se pondrá límite de 18 toneladas a la carga de los vehículos. «Si lo cuidamos, tendremos puente para rato.