Por: Tania Rendón Portelles
Sancti Spíritus, 3 ene (RHC) El Parque Nacional Caguanes, reserva de la Biosfera Bahía de Buenavista, reflejan aún hoy el triste paso del huracán Irma por el norte de la provincia cubana de Sancti Spíritus.
Los trabajadores han puesto pasión y ganas de hacer, empezando de cero para revitalizar lo que la naturaleza dañó.
Los especialistas validaron, luego de "Irma", la pérdida de unos 500 flamencos rosados y otros mil ejemplares de aves acuáticas; en tanto, muchos de los árboles perdieron la mayoría de las hojas y ramas.
En el humedal Ciénaga de la Guayabera, el 40 por ciento de la floresta original quedó por tierra y en los ejemplares sobrevivientes la defoliación y la pérdida de las ramificaciones resultó casi generalizada.
Los manglares, unos de los más fortalecidos en las costas cubanas soportaron la embestida ciclónica y protegieron la línea costera, pero muchos no sobrevivieron, incluso algunos ejemplares centenarios.
Severamente afectados -de acuerdo con las estadísticas un 90 por ciento se dañó de forma parcial-, ahora los expertos saben que su regeneración resulta costosa, pero se continúa su reforestación con los viveros y posturas existentes.
De acuerdo con datos aportados por la Delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), la pérdida de cada hectárea de manglar está valorada en 16 mil pesos y recuperarla cuesta cuatro mil 500 pesos.
Se está calculando que los daños en Caguanes son superiores a los 40 millones de pesos, a partir de los servicios ambientales que el manglar presta al ecosistema, precisó a la ACN Leonel Díaz Camero, delegado del CITMA.
Cada bosque natural o manglar tiene un plan de manejo aprobado, comentó el directivo, quien agregó que sobre esa base hay que establecer una estrategia de recuperación.
El elemento más relevante del parque lo constituye el sistema de colinas residuales que da origen al grupo de cayos, donde la disolución cársica ha generado numerosas cavernas de las cuales se han reportado más de 80.
En algunas de ellas, el derrumbe de sus techos ha creado múltiples dolinas y salones, cuyo paisaje deja impresionado a los visitantes nacionales y extranjeros que deciden ir hasta allí para apreciarlo a través de la modalidad de ecoturismo.
Y es que ese refugio natural espirituano fue una de las áreas más densamente pobladas por las comunidades indígenas hace más de dos mil años, evidenciadas en 16 grabados prehistóricos (pinturas rojas y negras), que aparecen en casi una treintena de murales.
Sin dudas, una ardua tarea precisarán las más de 20 mil hectáreas de océano, cayos y tierra firme de este refugio para volver a revivir, y lo que se puede hacer con las manos del hombre, como crear condiciones de nidificación, sanear y limpiar las lagunas para su fomento, además de reforestar, se lleva a cabo por los expertos ambientales. (Fuente/ACN)