La Habana, 19 de oct (RHC). “Mujeres hacen la paz”, organización que nació hace dos años tras la última ofensiva militar de envergadura de Israel sobre Gaza, logró atraer a alrededor de tres mil personas, según las fuerzas de seguridad israelíes presentes, el evento más multitudinario organizado desde su creación.
“No pararemos hasta que Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, se sienten en la mesa de negociaciones de nuevo, no sólo para hablar, sino para hacer algo”, asegura reivindicativa Orna Ashkenazi, activista y miembro del comité de organización.
El último proceso negociador entre israelíes y palestinos fracasó por enésima vez en 2014, después de meses de conversaciones entre los bandos impulsadas por el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
Desde entonces, y a pesar de los esfuerzos intermitentes de la comunidad internacional, ha sido imposible reactivarlo.
Pero hoy, en un ambiente festivo que suavizaba los comentarios de hartazgo de los participantes, personas de una variedad interminable de edades, vestimentas y condiciones expresaban la necesidad de aumentar la presión social sobre los líderes políticos para avanzar en este eternamente estancado acuerdo.
El grupo partió del Tribunal Supremo, junto al Parlamento israelí, y pasó por el domicilio del presidente de Israel, Reuvén Rivlin, hasta el acto de cierre frente a la residencia de Netanyahu, en un itinerario colorido por una riada de asistentes que, entre música, aplausos y cánticos, no ocultaban la emoción por el éxito de la convocatoria.
Además, la presión que buscan ejercer no terminará aquí, ya que han convocado una sentada de varios días frente a la residencia del primer ministro y también han comenzado a planear las siguientes actividades con las que quieren intensificar la fuerza social de esta unión de mujeres dispuestas a convertirse en la llave del cambio en Israel.
La iniciativa comenzó el pasado 4 de octubre, cuando veinte mujeres salieron desde el norte del país en una marcha hacia Jerusalén a la que han ido sumándose simpatizantes.
Y hoy realizaron el último tramo del recorrido, donde aumentaron las voces que piden explícitamente la vuelta a las negociaciones de paz, el fin de la ocupación israelí sobre los territorios palestinos desde 1967 y el compromiso de terminar con la violencia y construir un “país normal”, incide Ashkenazi, para las nuevas generaciones.
Shafilca Kadur, rodeada de decenas de mujeres ataviadas con el velo druso que habían llegado desde Daliyat Al Karmal, en Haifa, insistía en aglutinar religiones e identidades, que es a su vez el lema de la organización, donde se reivindican identidades israelíes, árabes israelíes, ideologías de derechas o de izquierdas o creencias cristianas, drusas, judías y musulmanas, además de laicos.
Yaacov Cohen justificaba su asistencia como hombre porque considera que es importante que ellos también se unan a la coalición y ayuden a la implicación política de la sociedad para solucionar de una vez por todas el conflicto.
“Aunque es un movimiento de mujeres, también se están identificando hombres. Parece que a lo largo de la historia las mujeres han jugado un rol importante en propiciar los cambios”, recuerda Fleischmen.
“Como hizo la activista liberiana y premio Nobel de la Paz 2011, Leymah Gbowee”, que el martes asistió a la marcha junto a la frontera libanesa para pedir un acuerdo ente Israel y el Líbano, que siguen técnicamente en guerra.
Ayer, doscientas mujeres escucharon motivadas la experiencia de Gbowee, que ha apoyado abiertamente a esta coalición, que gana progresivamente visibilidad en Israel.
“Ha sido muy difícil organizar este evento y admiro que lo hayan conseguido a pesar de las críticas, los comentarios en las redes sociales y los insultos que reciben en la calle”, se enorgullece Fleischmen: “Esto es un acto de esperanza, pero están consiguiendo salir adelante”.