Madrid, 20 may (RHC) Hundido en la misma crisis de identidad que desgarra a la socialdemocracia europea, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dirimirá mañana su liderazgo, aunque sin despejar la fractura interna que amenaza con empujarlo a la irrelevancia.
Casi 188 mil militantes están convocados este domingo para definir quién será el próximo secretario general de la principal fuerza de la oposición en este país europeo, inmersa desde hace meses en una división sin precedentes, apunta Prensa Latina.
La carrera por la secretaría general se convirtió en una suerte de guerra fratricida entre los tres candidatos a dirigir el PSOE, que no logra levantarse tras cosechar los peores resultados de su centenaria historia en las últimas citas electorales.
El duro debate escenificado el pasado lunes por los aspirantes corroboró, una vez más, la enorme fragmentación y crisis ideológica que vive el partido que más tiempo gobernó en España desde la restauración de la democracia.
Se trató del único cara a cara entre la presidenta de la región de Andalucía, Susana Díaz; el exlíder del PSOE Pedro Sánchez; y el otrora jefe del gobierno autonómico del País Vasco Patxi López, de cara a las elecciones internas (primarias) de mañana.
Durante la discusión, que se extendió unas dos horas, Díaz se autoproclamó como la mejor candidata para conducir los destinos de la agrupación, porque, según su criterio, ella administra la comunidad de Andalucía, tradicional feudo de los socialistas.
Considerada por muchos como la preferida por el 'aparato' de la agrupación, la mandataria de la sureña comunidad autónoma acusó a Sánchez de dar 'bandazos' y de tener una visión distinta cada día de la semana.
'Lecciones de coherencia y credibilidad las justas', dijo el antiguo secretario general (2014-2016), tras recordar que precisamente por respetar ambos principios renunció a su acta de diputado para no verse en la obligación de facilitar la continuidad de Mariano Rajoy.
Recordó la frustración que causó en la militancia la abstención del PSOE para permitir la reelección del dirigente conservador como presidente del Gobierno, a la cual él se opuso de manera frontal, forzándolo a dimitir como líder socialista el pasado 1 de octubre.
Mientras Díaz defendió una 'izquierda útil', lo cual es atribuido por analistas a su posición más hacia el centro, Sánchez se pronunció por alejar al PSOE de una postura 'subalterna' al derechista Partido Popular (PP) y transformarlo en una fuerza del siglo XXI.
'Un PSOE que apueste por la militancia y deje atrás a los notables', subrayó el aspirante a recuperar la secretaría general, en clara alusión al alineamiento de la dirigente andaluza con los expresidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
Además del sostén de esos dos referentes de la socialdemocracia española, la presidenta andaluza -a quien algunos señalan como instigadora de la rebelión interna que defenestró a Sánchez- tiene el aval de todos los mandatarios autonómicos del PSOE.
Sin embargo, Sánchez cuenta con el apoyo de una parte importante de los casi 188 mil afiliados socialistas que no vieron con buenos ojos el golpe de mano contra él por su negativa a dejar gobernar a Rajoy.
El tercer candidato en liza, Patxi López, reconoció el error de la abstención socialista, e intentó centrar el debate en sus propuestas para superar la división actual y convertirse en una alternativa desde la izquierda al PP.
A su juicio, si la centenaria formación no resuelve sus graves problemas de división y de definición, corre el riesgo de desaparecer como otros partidos socialdemócratas europeos.
'Hoy somos el partido de la bronca interna', resumió López, partidario de pasar página al conflicto interno.