Managua, 12 jun (RHC) Las familias nicaragüenses continúan siendo las víctimas de los asesinatos, secuestros y actos de violencia perpetrados por grupos delincuenciales, que desde el mes de abril han dejado un centenar de muertos y no se detienen, a pesar del diálogo convocado por el gobierno.
Entre los actos calificados de terrorismo y crimen organizado se encuentra el asesinato de un joven en Managua, mientras apoyaba a trabajadores de la Alcaldía municipal en labores de limpieza y retirada de obstáculos de la vía.
Durante la jornada también secuestraron a dos ciudadanos que se encontraban en sus casas. Uno de ellos, miembro de la Juventud Sandinista, fue entregado a la iglesia con lesiones graves en el cuerpo, de acuerdo con la fuente.
En el municipio de Jinotepe, Carazo, dos combatientes históricos murieron durante un ataque por parte de individuos encapuchados, con armas de fuego, morteros y bombas molotov.
Las fuerzas del orden repelieron la agresión, en la que resultaron heridos tres agentes y nueve ciudadanos secuestrados.
Los atacantes también saquearon y destruyeron la casa del alcalde municipal, Mariano Madrigal, incendiaron vehículos y bloquearon vías.
Además, atacaron con morteros el Hospital Regional Santiago de Jinotepe y sustrajeron medicamentos de un centro de salud. En ambos casos la población defendió las instituciones, según indicó la policía.
En el municipio de Masatepe, Masaya, arremetieron contra la Alcaldía, al igual que en León, donde también robaron cinco camiones y secuestraron al responsable de obras públicas.
Asimismo en Jinotega retuvieron a tres trabajadores de esa institución, y sustrajeron una ambulancia del Ministerio de Salud.
De acuerdo con el gobierno, la situación de violencia delincuencial que generan grupos políticos de oposición con agendas específicas constituye una conspiración que viola la Constitución de la República y pretende destruir la seguridad y la vida de los nicaragüenses.
La crisis estalló el 18 de abril contra reformas al seguro social, más tarde derogadas, pero que no detuvieron las protestas, a las cuales se sumaron otras demandas políticas.
Por su parte, la ministra de Salud de Nicaragua, Sonia Castro, llamó hoy a respetar los centros públicos del sector, objetos de ataques por grupos armados calificados aquí de delincuenciales, que pretenden sembrar el terror en el país.
“Nosotros lo que queremos hacer es un llamado, pero además denunciar estos actos porque no son correctos. Los hospitales son para salvar vidas,” expresó Castro en conferencia de prensa.
La titular sostuvo que los centros de salud están en disposición de las familias, independientemente de sus posiciones políticas.
Asimismo, confirmó que pese al ataque realizado al Hospital Regional de Jinotepe, en el departamento de Carazo, ese centro asistencial sigue brindando atención a la población y su área de emergencia permanece abierta.
“Ahí están los trabajadores, de diferentes tipos, doctores, camilleros, enfermeras. Nos comunicábamos con los compañeros y están atendiendo a las personas”, puntualizó.
La titular lamentó la existencia de tanto odio en ciertos sectores y abogó por el restablecimiento de la paz en el país.
“Hay mucho odio, pero hay que pedir a Dios en nuestras oraciones, que pueda calmar toda esa situación y podamos encontrar la tranquilidad y la paz,” subrayó.
Igualmente recordó que en el transcurso de las últimas semanas se han secuestrado y destruido vehículos y ambulancias, así como robados medicamentos y útiles de salud, acciones todas que violentan el desarrollo normal de servicio a la población.
Por otra parte, Castro también aclaró que se realizan coordinaciones con entidades de salud privadas para atender a todos aquellos que necesiten atención.
La actual ola de violencia en Nicaragua estalló el 18 de abril en medio de protestas contra reformas del gobierno al seguro social, más tarde derogadas, pero que no detuvieron las manifestaciones, a las cuales se sumaron otras demandas políticas.
Tales reformas, acorde con denuncias, sirvieron de pretexto para poner en marcha un plan dirigido desde el exterior con el objetivo de desestabilizar la nación y provocar el derrocamiento del gobierno.