Buenos Aires, 21 jun (RHC) Un silencio y una gran tristeza muestran las calles de Buenos Aires, capital de Argentina, luego de concluir el juego de fútbol donde Croacia ganó tres goles a cero al equipo al país andino.
En los hogares y centros laborales, las personas mostraron caras largas, de dolor y lágrimas de los hinchas, como si ya casi se despidieran del mundial, tras perder ante Croacia.
Un error imperdonable del arquero Wifredo Caballero que costó luego tres anotaciones que desmoronaron a la selección de Sampaoli y a una Argentina que este jueves se siente lejos de la Copa y llora, sufre, son implacables con el DT.
El Mesías no pudo y se le vio molesto, en las pantallas de todo el país un Maradona desesperado en las gradas y un Sampaoli que se movía de un lado a otro y casi en la recta final, a pocos minutos de terminar, un último gol de los croatas que terminó de paralizar y enmudecer a esta nación austral.
Y es que el fútbol para los argentinos es como su alimento y no solo para este país, también para una Latinoamérica donde muchos hinchan por la albiceleste e incluso más allá, pues hasta en las gradas de Moscú se ve a los asiáticos con los rostros pintados en celeste y blanco y portando la camiseta de la selección.
Un Messi que apenas tocó el balón, desanimado, un equipo que se fue desmoronando y sobre todo un país que hoy permanece en silencio, pero aún mantiene la fe y ya empieza a rezar para que mañana Nigeria gane a Islandia y poder seguir con medio pie en el Mundial de Rusia 2018.
Desde que entonaron las notas del himno nacional, a La pulga se le vio preocupado, se pasaba una y otra vez las manos por la frente y en esta nación, el aliento se contenía con cada movida del balón, las vuvuzelas dejaron de sonar desde el error de Caballero y poco a poco las emociones comenzaron a apagarse.
En twitter una cascada de mensajes y los infaltables memes, pero sobre todo, el enojo contra Caballero y Sampaoli y también una frase de ánimo que se repite, “Vamos Argentina”, porque en este país los hinchas aman a Messi, y, aunque llegan a ser duros, muy duros y despotrican contra los jugadores, le envían ánimos a un equipo que sabe levantarse y por el que no pierden las esperanzas.