Los Angeles, 9 Abr (AFP) - A pesar de las lluvias dejadas en los últimos meses por El Niño, la histórica sequía que afecta a California desde hace más de cuatro años no tiene visos de desaparecer, de acuerdo con los expertos estadounidenses.
El Niño, fenómeno climatológico provocado por un aumento de las temperaturas en el Pacífico que termina desencadenando fuertes precipitaciones, solo ha sido "un vendaje para la herida abierta", explica a la AFP el paleoclimatólogo Julien Emile-Geay, de la Universidad del Sur de California (USC).
En su opinión, se necesitan varios años seguidos de intensos chubascos y abundante nieve para revertir el déficit de agua. Sólo el norte de California ha recuperado la media estacional durante el invierno boreal; el sur sigue vacío.
La crisis generada por la sequía, que ha provocado terribles incendios, amenazado la flora y fauna y dejado miles de hogares sin agua potable, está lejos de terminarse.
Ante este panorama, las autoridades intentan por todos los medios que los 39 millones de habitantes que tiene este gran estado del oeste del país acepten el cambio climático como un hecho.
La agencia que gestiona el agua en California (DWR, por sus siglas en inglés), anticipa que el volumen de nieve en las montañas de la Sierra Nevada, esencial para llenar los ríos y las capas freáticas, se reducirá en un 25% de aquí a 2050 y un 50% hasta fines del siglo.
La perspectiva empeora si se tiene en cuenta la subida de las temperaturas y el aumento de la evaporación de los subsuelos, destaca Emile-Geay.
El estado no está preparado para afrontar "un clima cada vez más seco, con una población que no deja de crecer y sin una estrategia a largo plazo", subraya el investigador.
Pero California ha progresado mucho y "usa menos agua que hace 30 años", de acuerdo con Heather Cooley, del Pacific Institute, aunque reconoce que ello no es suficiente y que el estado debe dejar atrás su cultura del malgasto.
El gobernador demócrata Jerry Brown marcó hace un año el cambio instaurando por decreto medidas para ahorrar un 25% de agua, que han sido respetadas de forma general.
Hay algunos lugares donde todavía son evidentes los despilfarros: en la opulenta ciudad de Palm Springs, situada en medio del desierto, los campos de golf son regados de sol a sol, mientras que el ayuntamiento de Beverly Hills ha tenido que poner multas a sus millonarios vecinos por sobrepasar el consumo.
Cooley cree que las autoridades deben ofrecer más incentivos económicos para que los residentes cambien sus electrodomésticos por aparatos más ecológicos e incrementar la tarifa del agua para penalizar a los que más gastan.
Mantener los jardines de las casas verdes es un lujo que California no puede permitirse desde hace tiempo. Muchos siguen luciendo sanos y prósperos, a pesar de todo.
La recolección de agua de lluvia sigue siendo otra de las asignaturas pendientes porque "todos los sistemas han sido planeados para evacuarla lo más rápido posible, con el objetivo de evitar inundaciones", lamenta Emile-Geay.
Con las canalizaciones actuales, el agua no tiene tiempo de penetrar el suelo y se va directamente al Pacífico.
California también debe acelerar sus métodos de reciclaje e implementar nuevos procesos de desalinización, pero sobre todo debe replantear su sistema arcaico de acceso al agua, que funciona de acuerdo a derechos adquiridos hace décadas. "Incita a usar más de lo que se necesita", apunta el investigador de la universidad USC.
Los agricultores de California, que consumen el 40% del agua del estado, también son acusados de no haber invertido lo suficiente en sistemas de microirrigación y de plantar en pleno desierto frutas y arbustos ávidos de agua, como almendras y alfalfa.
El empresario Bill Diedrich, que cultiva nueces, almendras y tomates en el centro del estado, considera que cada agricultor debe tener el derecho de cosechar lo que quiere en función de sus posibilidades económicas y de la rentabilidad, y no por los controles gubernamentales.
A muchos se les raciona el agua, pero siguen ganando dinero porque el precio de sus productos se ha encarecido a pesar de la sequía.
La solución tiene que venir de la ingeniería, reclama Diedrich.
"Hay mucha agua en Californa, pero no está bien distribuida en tiempo y espacio. Necesitamos construir más depósitos de almacenamiento y distribuirla mejor", afirma.