Extremar medidas higiénico-sanitarias para prevenir el contagio.
La Habana, 17 oct (Radio Rebelde) Aunque el país, o la mayor parte de él, transita por la llamada nueva normalidad, hay un concepto que se ratifica como filosofía de vida: uso del nasobuco, lavado constante de las manos y distanciamiento físico son como un ABC en estos tiempos para proteger nuestra salud.
Quizás alguien pueda afirmar que lo que se sabe no se pregunta, pero sigue siendo una experiencia a considerar porque cuando se violan algunas de estas reglas de manera sistemática, siempre la presencia de la enfermedad nos sorprende y es cuando no hay remedio.
Usted pudiera olvidar el nasobuco o dejarlo de usar porque le molesta en un momento determinado u olvidarse de proteger sus manos con agua y jabón o hipoclorito, cuando esas cosas suceden, la ¨grieta¨ se abre para que el virus pueda entrar y multiplicarse.
Más de siete meses de enfrentamiento al SARS-CoV-2 nos proporcionan suficientes experiencias buenas y malas también, como para saber conducirnos en el orden individual y colectivo, y salir airosos frente a un enemigo invisible, que nos lleva ventaja porque no sabemos dónde está pero al que podemos aplicarle aquello de que ¨Guerra avisada no mata soldados¨.
En estos casos aprender de la mejor experiencia e interiorizarla es lo mejor. Ya se sabe que los espacios cerrados son más propensos a la infestación, entonces lo mejor es reorientar nuestra rutina diaria, en lo posible, hacia los espacios abiertos o de menor concentración de personas.
Lo anterior conlleva a extremar medidas en el orden institucional, o sea en los centros de trabajo, donde hay aglomeración de personas, con los pasos podálicos y el lavado de las manos a la entrada de cada lugar y la toma de la temperatura corporal, elementos que son obligatorios, porque ese monitoreo constante es lo que permitirá identificar a tiempo cualquier síntoma y poder aislar a las personas con anticipación evitando que se produzcan contagios innecesarios.
Cada vez que se viola este precepto, también nos encontramos con sorpresas inesperadas. Y eso se puede evitar.
El país ha diseñado y divulgado un código de vida que esencialmente es lo descrito, y que es de obligatorio cumplimiento. Sería muy doloroso volver atrás por negligencias o la no observancia de un grupo de normas que llegaron para quedarse y que muy bien están descritas en los protocolos aprobados por nuestro gobierno a partir de las propuestas del Ministerio de Salud Pública.
Es importante no volver atrás porque necesitamos producir bienes y servicios, iniciar el camino de nuestra recuperación de manera sostenida en el tiempo, comenzar a implementar y darle un impulso a nuestra Estrategia Económica y Social que resulta clave en nuestro presente-futuro.
Todo ello, además de los gastos que le evitaría al gobierno abrir nuevos eventos de transmisión local cuando en un lugar existan diez o más casos confirmados, con la secuela sicológica que igualmente ello entraña.
Aprender las mejores lecciones, exigir su cumplimiento, ser responsables, contribuir, eso es lo que necesitamos y queremos todos.