Imágen: Cubadebate.
¿Pueden contagiarse con el SARS-CoV-2 los individuos que ya se han inmunizado? No son pocas las personas que reiteran esta interrogante y comentan incluso sobre ejemplos de familiares y conocidos que “habían recibido la vacuna y sin embargo resultaron positivos a la COVID-19”.
Para intentar responder esta inquietud, el primer paso es tener claridad sobre qué significa realmente estar vacunado, y en segundo lugar comprender cuál es hasta el momento la función de las vacunas anticovid existentes.
Pero, a qué nos referimos cuando decimos que un individuo está vacunado. Para empezar, valdría la pena dejar claro que el hecho de recibir una única dosis de vacuna no hace que estemos inmunizados, por lo que la idea de sentirnos protegidos sin haber completado el esquema de inmunización diseñado para cada vacuna está lejos de ayudarnos a la tan necesaria percepción de riesgo.
Por ejemplo, tanto para la vacuna Abdala, como para el candidato vacunal Soberana 02 en su esquema heterólogo junto a Soberana Plus, un sujeto estará inmunizado cuando reciba las tres dosis de la vacuna. En el caso de Abdala, es un esquema de aplicaciones separadas por 14 días (0, 14, 28 días), mientras que para Soberana 02, se aplican dos dosis de este candidato más una de refuerzo del candidato vacunal Soberana Plus, a intervalo de 28 días. (0, 28, 56 días).
Ahora bien, el quid del asunto es que solo después de aplicada la tercera dosis es que comienza a producirse un incremento de la respuesta inmune, que puede evaluarse 14 o 28 días después de la aplicación de esa última dosis. En otras palabras, para que una persona esté en mejores condiciones frente a la exposición al virus SARS-CoV-2, necesita que esa respuesta inmune ocurra y se desarrolle, y para ello se necesitan dos condiciones mínimo: que el individuo haya completado el esquema de inmunización y que haya transcurrido un tiempo no menor a los 14 días después de hacerlo. A partir de ese momento es que se comienza a evaluar la tan mencionada “eficacia vacunal”.
De hecho, lo que podemos esperar de las vacunas está estrechamente relacionado con este último aspecto, y es que la eficacia vacunal está dada por la proporción en que el inmunógeno reduce la probabilidad de que la persona enferme de la COVID-19, es decir, desarrolle síntomas clínicos de COVID. Puede estar cursando la enfermedad de manera asintomática o incluso resultar ser PCR positivo.
La eficacia entonces, se expresa en la manera en que la inmunización evita que una persona infectada enferme y transite a formas graves o críticas de la enfermedad, o incluso a la muerte.
Tanto para Abdala como para Soberana 02, la variable principal del estudio en sus ensayos fase III, es la eficacia contra la enfermedad sintomática, que resultó ser de 92.28% y 91.2%, respectivamente. Asimismo, ambos productos en su fase III de ensayos clínicos encontraron que la eficacia en la prevención de la muerte y la enfermedad sistémica severa fue significativamente mayor; alcanzándose un 100% de prevención para los dos inmunógenos. No se reportó ningún fallecimiento en el grupo estudio vacunado.
En días recientes, expertos anunciaban que ya está en curso un estudio de efectividad de la vacuna Abdala en la población cubana que abarcará más de 300 000 personas, es decir que se evalúa lo que ocurre en la práctica médica cotidiana, sin que esté asociada a un ensayo clínico. El objetivo es ver cómo se comporta la vacuna luego de que son inmunizados un gran número de individuos, donde no hay grupos controles sino que se refiere a los no vacunados por determinadas causas.
Volviendo a la idea inicial de este texto, no es ocioso remarcar que una vacuna es más efectiva, o está más cerca de la eficacia alcanzada en un ensayo clínico, mientras mejor sea el proceso y el programa de inmunización, y ello implica en primer lugar autocuidado y adherencia al esquema de aplicación del producto.
En otro orden, qué otros factores pueden incidir en que aún luego de la vacunación, un número de personas pueda contagiarse con el coronavirus. Cubadebate conversó con la doctora María Eugenia Toledo, investigadora principal del ensayo clínico fase III del candidato vacunal Soberana 02, quien insistió en cuatro aspectos fundamentales:
La respuesta individual de las personas a la vacuna es diferente y no depende solamente de que esta sea buena en términos generales, ni de que genere un estímulo del sistema inmune, porque la respuesta inmune de cada individuo depende de su edad, de sus comorbilidades y del nivel de exposición al riesgo, entre otros elementos; subrayó la experta.
Por ejemplo, dijo, no están expuestos al mismo riesgo los trabajadores de la Salud que laboran diariamente con personas enfermas —incluso pueden atender a personas infectadas por diferentes variantes del virus—, a quienes están en sus casas, recibiendo solo la influencia de sus familiares.
En las epidemias, para evitar las grandes crisis sanitarias, es muy importante evitar los eventos de superdispersión, o sea, aquellos que se producen en lugares donde pueden contagiarse gran cantidad de personas, señaló Toledo Romaní
“Por eso no solo en Cuba, sino en varios países del mundo, al inicio de la pandemia se vio un incremento de los casos entre los trabajadores sanitarios, de ahí que fueran considerados como la primera línea de protección. Cuando las personas se exponen en sitios de gran concentración de población, el riesgo de contagiarse es mayor, sobre todo en un ambiente de cocirculación de varias variantes del virus”, insistió la entrevistada.
Para lograr un real impacto sobre la infección hay que incrementar significativamente las coberturas vacunales; es decir, se necesita un porcentaje grande de población protegida que permita reducir la circulación viral y evitar la infección.
“Por eso no es extraño que personas vacunadas puedan infectarse. En este minuto, lo importante con las vacunas es evitar que transiten a formas graves o severas de la enfermedad”, dijo la investigadora.
Datos del Ministerio de Salud Pública dan cuenta que al cierre del 20 de julio se acumulaban en el país 8 388 988 dosis administradas con los candidatos vacunales cubanos.
Hasta la fecha, 3 409 164 personas han recibido al menos una dosis de uno de los candidatos vacunales cubanos. De ellas ya tienen segunda dosis 2 859 850 personas y tercera dosis 2 119 974 personas. Alrededor del 20% de la población cubana ha completado el esquema de inmunización.
Existen nuevas variantes del virus que pueden escapar al efecto de las vacunas, como la cepa Beta (notificada por primera vez en Sudáfrica), según reportan estudios internacionales, ejemplificó la experta.
Explicó que si el organismo no tiene elevados títulos de anticuerpos neutralizantes —que pueden estar mediados por su respuesta individual— entonces puede la persona infectarse. “En este minuto, la apuesta todavía no está 100% al efecto producido por las vacunas, ya que el efecto no es igual para todos.
Por ejemplo, hay una reducción de la respuesta inmune en las personas de mayor edad o en aquellos que tienen algunas comorbilidades, y esto no solo ocurre con las vacunas contra la COVID-19, sino en todas, porque siempre hay personas que son “no respondedores” y siempre hay variantes de infecciones bacterianas que escapan al efecto de la vacuna.
En estos momentos, la vacuna contra la COVID-19 añade valor al efecto de las medidas sanitarias que se ejecutan, por eso la población debe entender la necesidad de protegerse hasta tanto se haya vacunado un nivel significativo de población que posibilite impactar sobre la circulación del virus”.
Hay que intentar no exponerse a esos espacios de alta concentración de personas que contribuyen a los eventos de superdispersión, afirmó Toledo Romaní.
Según la entrevistada, al vacunar al personal médico de la mayoría de los centros hospitalarios, hoy se han reducido los eventos institucionales, pero crecen los intradomiciliarios. “Son los propios familiares quienes llevan el virus a la casa, enfermando a las personas adultas.
Hay quienes no comprenden que todavía no hay una protección poblacional que genere un efecto de rebaño en los niños y ancianos, cuyo sistema inmune no es lo suficientemente fuerte ni respondendor como para neutralizar al virus. De ahí que al llegar a los hospitales se compliquen con enfermedades asociadas a la infección intrahospitalaria o a sus propias comorbilidades”, dijo.
En resumen, la cuestión fundamental es que si usted es de las personas que ya se ha vacunado, no se confíe y ayude a su sistema inmune cumpliendo con las medidas establecidas. En términos sencillos dele —nasobuco, distanciamiento e higiene mediante— tiempo para responder.
Piense además que siempre hay riesgo de contagiarse y cursar de manera asintomática la enfermedad; pero ello no evita que transmita el virus. Evite entonces dentro de lo posible exponerse a espacios de riesgo que propicien un contagio, porque en este tema de las vacunas hay una máxima clara: vacunarse es asumir también la responsabilidad de cuidar a quien todavía no pone el hombro. (Tomado de Cubadebate).