Un primer impulso por la independencia

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-08-02 11:20:59

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Foto:ACN.

Por: Danielle Laurencio Gómez

Corría el año 1868 y aquella reunión conspirativa del cuatro de agosto, se convirtió en junta memorable, no solo porque se dieron cita los principales jefes de las regiones de Oriente y Camagüey, sino también porque fue allí donde se decidió la fecha del alzamiento para iniciar la guerra por la independencia de Cuba; plan que vio la luz cuando el 10 de octubre de ese mismo año Carlos Manuel de Céspedes dio la libertad a sus esclavos en La Demajagua.

Presidida por Céspedes, quien además representaba a Manzanillo junto a Juan Hall e Isaías Masó, la cita de San Miguel del Rompe reunió entre otros participantes a Belisario Álvarez Céspedes, Salvador Fuentes y Antonio Rubio, por Holguín; Donato Mármol, por Jiguaní; Vicente García González, Francisco Rubalcaba y Félix Figueredo, por Las Tunas; y Salvador Cisneros Betancourt y Carlos Loret de Mola por Camagüey.

Víctor Manuel Marrero Zaldívar, historiador de la urbe tunera, afirma que San Miguel del Rompe se origina cuando todos estaban convencidos de que la solución de Cuba era la lucha armada.

Dos tendencias, la dirigida al alzamiento inmediato y la que sustentaba esperar a que se crearan las condiciones favorables para iniciar la lucha el próximo año; y aunque existen imprecisiones históricas, se sabe que prevaleció la idea de Céspedes.

Oriente y Camagüey debían ponerse de acuerdo, encontrar consenso y aunar las fuerzas ideológicas para luego, sin otra alternativa, lanzarse a los campos por la independencia de una nación que estaba bajo el yugo español hacía más de tres siglos.

En la Junta se fijó la fecha del alzamiento para el tres de septiembre de 1868, y aunque no se levantó acta alguna, los aspectos tratados constituyeron la base para los debates que se produjeron luego en la finca Muñoz de las Arenas, región que ocupa actualmente el municipio de Majibacoa, también en Las Tunas.

Marrero comenta que en la reunión de Muñoz, Vicente García citó para la realización de otra también en Las Tunas, en El Mijial, lugar donde les dijo a los presentes que fijaba como fecha definitiva para empezar la lucha el 14 de octubre y que si los demás centros no se levantaban en armas, los tuneros solos se iban a la lucha.

Por eso, el historiador reconoce al León de Santa Rita como uno de los propulsores más importantes en la Guerra de los Diez Años.

Cuenta la historia que en aquel encuentro, denominado también como la Convención de Tirsán, solo hubo silla para Carlos Manuel de Céspedes, el mayor en edad y quien meses más tarde se convertiría en el Padre de la Patria.

A San Miguel del Rompe se llega desafiando el deteriorado camino que une la ciudad capitalina con esa región. Es allí donde está el obelisco que rememora la emblemática Junta y que fue declarado hace apenas 20 años Monumento Nacional.

Una señal indica la cercanía al monolito que, a pesar de su corta edad, no luce con la vitalidad que merece el acontecimiento al que hace honor, una deuda sin dudas no solo con la historia de la localidad de Las Tunas, sino con la de Cuba toda.

Y es que el cuatro de agosto constituye ese primer impulso, esa primera muestra del brío independentista cubano que Céspedes defendió cuando dijo: “Señores: la hora es solemne y decisiva, el poder de España está caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!”.



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